Posiblemente la presente etapa histórico política del país se constituirá en el néctar de los historiadores, tanto por la cantidad de jugosas anécdotas de funcionarios del Estado como por la ola de chistes, bromas, chascadillos y chirigotas que circulan en los medios sociales y políticos tanto nacionales como internacionales. La más reciente es la del presidente Evo Morales fotografiado haciéndose atar los cordones del zapato izquierdo por un suboficial.
El anecdótico episodio fue captado por medios televisivos y transmitido a todo el planeta y fue aclarado por el mismo presidente Morales, quien durante casi media hora dio una serie de explicaciones en una conferencia de prensa en la que sostuvo que el acto se debió al “cariño del suboficial” a quien “no conocía” y al que -dijo- quiero felicitarlo”, aunque no lo conocía.
En forma textual, el Presidente explicando su conducta sostuvo: “Es el cariño del suboficial, no (lo) conozco, quiero felicitarlo. Nunca he pedido. Ese momento sentí… quiero agacharme, pero estaba saludando y el otro ya me estaba amarrando… Nunca he pedido ni es una instrucción, no sé si es su atribución”. Otro video muestra que el Presidente se hace poner los zapatos y aun desearía hacerse correr el cierre del pantalón y otros detalles que están reservados por la moral pública.
El hecho en sí mismo del suboficial revela que cayó en un acto de servilismo colonial que, al parecer, sorprendió al mandatario, pero trae al recuerdo una añeja anécdota en el reinado de la monarquía en Francia. En efecto, un rey invitó a toda la nobleza borbónica a una gran fiesta en los faustuosos salones de Palacio de las Tullerías. .Cuando el rey apareció en lo alto de la gradería con un pañuelo en la mano, fue recibido con una ovación. Enseguida descendió, junto con la reina, hasta el pie de las gradas y al hacer una venía el pañuelo se le cayó de las manos y se agachó a recogerlo, momento en el cual alguien le dio una palmada en la nalga, hecho que hizo reaccionar enérgicamente al ofendido. Entonces, preguntó quién fue el autor del atentado y de inmediato uno de sus asesores confesó haber sido el sacrílego y dando explicaciones, dijo: “Señor rey, perdón. ¡¡Creí que era la reina!!”. En esa forma, el monarca en vez de atenuar la magnitud del atentado, lo agravó de forma inusitada y así duplicó el tamaño de la vergüenza.
Episodios de esa naturaleza no son raros en la historia boliviana, como, por ejemplo, cuando un Alcalde cruceño se puso de rodillas hasta casi besar los calzados del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada o cuando un senador ofició de mesonero, llevando a la mesa del presidente Banzer un vaso de agua en medio de un banquete, actos que desprestigiaron para siempre a los protagonistas de tan humillantes poses.
El presidente Morales bien pudo haber evitado ordenar que le aten los cordones del zapato, pero no lo hizo porque -dijo-ese día estaba “cansadito” por haber participado en un partido de fútbol y agregó que fue “la primera vez que le pasa eso”, acto que podría atribuir a una reacción de “cariño y respeto” hacia él, aunque la moral pública hubiese considerado la actitud del suboficial como de servilismo colonial y feudal a casi 70 años de haberse abolido la servidumbre gratuita y la del mandatario como actitud de señor feudal colonial.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |