“Neuroeducación en el Siglo XXI” fue el título de una interesante exposición que, a raíz de la invitación del Ing. Humberto Mendizábal, titular de la Fundación Loyola, dio hace algunos días el Dr. José Antonio Ortetxo i Armaza, profesional boliviano que retornó al país, luego de más de cuatro décadas de permanecer en distintas naciones del mundo. Ante el marcado interés de quienes concurrieron a la misma, no le quedó más que exteriorizar su satisfacción y agradecimiento, tras el cerrado aplauso del auditorio. El tema abordado es largo, y el espacio nuestro corto, pero su importancia es mayúscula, por lo que damos paso al siguiente resumen.
Ortetxo i Armaza fue por demás elocuente al señalar: “todos vivimos aprendiendo, en realidad no hay expertos, por cuanto nadie posee, ninguna persona, el nivel mínimo de conocimientos que figuran en google, por ejemplo. No hay, ni se tiene esa capacidad, así alguien se vanaglorie en sentido de que leyó cien mil libros”. Para hacer notar la importancia que tiene la neuroeducación en estas épocas que corren -prosiguió- se debe hacer notar que el cerebro humano es una estructura de jugos y genes, con un entretejido que contiene cien mil millones de conexiones sinápticas, pesa 1.300 gramos, y su importancia en el mundo del aprendizaje es de tal envergadura que, todo indica, será el objeto del deseo en el universo de la investigación por los próximos cincuenta años”.
Asimismo, puntualizó que la educación está a un paso de cambiar totalmente, por cuanto ella aún responde a los moldes del Siglo XIX, o sea el maestro y el alumno, cuando ambos debieran, aplicando la neuroeducación si se quiere, aprender a la par, juntos, se entiende; el primero guiando, y el otro en un proceso de aprendizaje pleno. Al respecto destaca que “es de tal magnitud la potencialidad del cerebro, que el propio presidente estadounidense Barack Obama lanzó el programa Brain Iniciative con un costo de tres mil millones de dólares, para una década completa, a fin de estudiar el cerebro humano. Se da el caso que, al respecto, la prensa del país del norte destacó que habría sido mucho más útil para toda la humanidad destinar el dinero del Programa Apolo, que puso ya al hombre en la luna, para tratar y lograr entender mejor a nuestro cerebro”.
Hizo referencia sobre la imposibilidad de la existencia de un criminal nato. “En realidad, según los criminólogos estudiosos, no existe el asesino nato, y cuando se producen aquellos que conmueven y electrizan a la sociedad, es debido a que se ha producido una especie de corto circuito en el cerebro, para explicarlo de manera sencilla. En realidad, todo lo debemos al cerebro, el cual aún tiene que ser, reitero, objeto de estudios muy profundos”.
Es por eso que -afirma- se ha terminado el tiempo de entender la educación como enseñanza, pues desde siempre educación es aprendizaje. El advenimiento de conocimiento es de tal dimensión y volumen, que no hay ser humano que conozca ni siquiera el 1% de todo lo que la raza humana aprendió desde que apareció la red. Es la hora de que todos aprendan en sus casas y adquieran habilidades y gobierno, sobre lo descubierto en el aula, justo en compañía de un docente que conoce mejor las herramientas a usar. No olvidemos que sólo aprendemos lo que nos interesa. Para comprender lo que nos disgusta está la memoria, y ella es frágil y perecedera”.
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