Como resultado natural de las contradicciones que se presentan en el curso de todo acto electoral, el que se realizará el siguiente domingo para elegir entre la aprobación o el rechazo al Estatuto autonómico, está originando notable confusión entre la ciudadanía, la que finalmente o bien se abstendrá de participar en el torneo o bien cometerá algún error de consideración.
En efecto, por un lado la escasa publicidad y la gran tardanza para la democratización del proyecto de dicho Estatuto han afectado en forma considerable el sentido de orientación de la ciudadanía que, por su parte, no sabe para qué será el referéndum y si va a emitir su voto, no sabe si será por el “no” o por el “sí”.
Pero, en ese embrollo, los ciudadanos se hallan confundidos por otro aspecto que se ha presentado como una coincidencia inesperada. Este segundo aspecto es que, al mismo tiempo que se prepara el referéndum autonómico, se está haciendo una gran campaña para otro referéndum, esta vez para decidir sobre la necesidad de una reforma a la Constitución, con el objetivo único de modificar el Artículo 168 de la Constitución que permita la re-elección indefinida, continua o por un solo período, del mandato presidencial.
En fin, el debate colectivo sobre esos dos argumentos ha determinado tal mezcla de temas en la mente de los ciudadanos que, finalmente, no saben de qué se trata el referéndum del domingo, pues algunos electores piensan que será para votar en contra o a favor del Estatuto y otros están creyendo que votarán por el apoyo o la oposición a la prórroga presidencial, de tal forma que estarán, en todo caso, poco más o menos, a punto de perder el juicio.
En líneas generales, el referéndum del domingo padece de notables problemas, pues no se previó -como se lo podía hacer- contradicciones de esa naturaleza que, por lo demás, son productos de etapas de irracionalidad, cuando no se sabe a dónde va el país. Y es que mientras unos dicen que se avanza por la línea capitalista, otros insisten en que nos encontramos en un camino socialista, al mismo tiempo que algunos analistas consideran que la etapa ideológica populista que vive el país es más bien antisocialista y conduce a un capitalismo salvaje y extractivista poco conocido en nuestra historia.
Aunque ya no queda mucho tiempo hasta el domingo, sería conveniente que los administradores del Tribunal Supremo Electoral tomen en cuenta los aspectos señalados y en lo posible, a último momento, aclaren a la opinión pública que de lo que se trata para el referéndum del domingo es solamente dar a conocer su opinión desfavorable o favorable acerca del Estatuto autonómico, por más que éste no sea de dominio de la ciudadanía ni en su contenido ni en su forma.
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