En menos de dos semanas, tuvieron lugar tres hechos de flagrante narcotráfico aéreo procedente de Bolivia. El 2 de septiembre de este año, la FELCN interceptó una avioneta en Santa Cruz con 320 kilos de cocaína que debía volar a Brasil. El piloto de esa nacionalidad perdió la vida y fueron aprehendidos 4 paraguayos. El 4 del presente mes el capitán de la FAB José Urzagaste fue capturado por la FELCN en una pista clandestina en el parque Madidi, cuando intentaba llevar al Brasil 362 Kg. de cocaína. Este piloto militar había fingido un secuestro en Yapacaní a fines de año pasado para disimular sus trajines. Por último, cerca de Asunción, Paraguay, se detuvo al coronel retirado de la FAB, Ismael Freddy Menacho, en circunstancias en que había trasportado en avioneta 420 Kg. de droga, con el mismo destino anterior.
Estos tres narcovuelos son moneda corriente y a juzgar por los mismos estamos ante una verdadera plaga, en la que el país es proveedor o puente hacia los países limítrofes. Pilotos bolivianos militares y civiles recogen cocaína del Perú y la trasportan al exterior con escala en Santa Cruz, por lo general.
Este extenso tráfico se lo confirma desde el Perú con lujo de detalles. Investigadores de una importante revista establecieron que un clan boliviano, con Martín Rapozo a la cabeza, exporta naves a Bolivia con destino al narcotráfico, 33 por lo menos, para lo que cuenta con bases en Florida, Estados Unidos y Anchorage, Alaska. Autoridades peruanas identificaron una serie de avionetas procedentes de Bolivia, muchas siniestradas. Entre ellas se encuentran las siguientes: CP 2838, CP 2890, CP. 2471, 2914, etc., casi todas en la región del Valle de los ríos Apurimac, Ene y Mantaro (VRAEM), muy próxima a la frontera peruano-boliviana. Los ocupantes de una avioneta boliviana la quemaron y huyeron en Apurimac, después de haber sido interceptados por un helicóptero militar del Perú.
Este tránsito por muchos motivos riesgoso ha convertido “al accidente en parte de la normalidad”, sorprendiendo que pilotos nacionales se presten en cantidad creciente. En Florida la DEA incautó 3 naves y otras 17 a punto de ser exportadas a Bolivia para “narcovuelos”, posiblemente al mismo Martín Rapozo y compañía. Se supone que en Estados Unidos se hubiera adoptado medidas para interrumpir y evitar la ilícita exportación. La FELCN secuestró 33 naves en 2015 y 27 el 2014, lo cual, a su vez, da una idea de la proliferación del comercio.
En el país las autoridades admiten que no está prohibida la importación ni el funcionamiento de las escuelas de pilotaje civil. Sin embargo, es urgente una investigación a fondo a ambas actividades. La compra seguramente se disfraza con el pretexto de los taxis aéreos, tan numerosos en el Oriente, y para uso particular, pero son una pista importante. De igual modo se debe hacer seguimiento de la actividad de las escuelas de aviación civil. Algún ministro ha reconocido que algunas tienen contactos con el narcotráfico. Investígueselas, pues. Inclusive se ha asegurado que el hijo del famoso mafioso “Chapo” Guzmán aprendió pilotaje en una de esas escuelas. El seguimiento a sus egresados no estaría por demás. La FAB debe cuidar su reputación ejerciendo fuerte control sobre sus miembros y los ex que también la comprometen. Toda cruzada antinarcóticos es necesaria. El nombre del país está en juego en el exterior. No es hora ya de anuncios, la instalación de radares aéreos es de suma urgencia, debiendo asegurarse que su personal no se haga de la vista gorda.
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