(EFE).- La intensa oleada de refugiados que vive Alemania amenaza con colapsar administrativamente al mayor país de la UE, que no da abasto para registrar, repartir y dotar de lo básico a los miles de peticionarios de asilo que llegan a diario.
La situación llevó a regiones y municipios a elevar el tono de sus demandas, exigiendo más medios e implicación al Gobierno de la canciller Angela Merkel, y también al repunte de las críticas por la gestión de la crisis, que acabaron cobrándose la dimisión del presidente de la Oficina federal para la Migración y los Refugiados (BAMF), Manfred Schmidt.
“Llevo diez días esperando a que me toque el turno. De siete de la mañana a siete de la tarde aquí sentada. Y durmiendo en el parque de ahí detrás”, reconoció a Efe Sabrine, una joven siria de 23 años, frente a la Oficina de Sanidad y Asuntos Sociales de Berlín.
A su alrededor unas mil personas, muchos hombres jóvenes, pero también familias con niños pequeños y mayores, en su mayoría de Oriente Medio, pero también subsaharianos y algunos grupos del Sudeste asiático, se arremolinaban en torno a la única oficina de la capital que tramita las peticiones de asilo y entrega los correspondientes permisos temporales de residencia.
Muchos llevan días esperando turno en unas condiciones extremadamente precarias: hay decenas acampando en un parque próximo, comiendo del rancho que reparten los voluntarios, sin baños ni agua corriente, y dependiendo de los berlineses que se acercan a entregarles bebidas, cuadernos y cepillos de dientes.
Mustafá, un iraquí de 25 años, explicó a Efe que lleva ocho días esperando conseguir sus “papeles” tras recorrer durante meses y “a pie” Turquía, Grecia, Serbia, Hungría, Austria y Alemania.
“Quiero papeles para quedarme en Alemania. Aquí o en Düsseldorf, me da igual”, aseguró Mustafá, que resumió sus seis meses en un campo de refugiados griego con un “Grecia no estuvo bien”.
La amenaza de colapso no es algo exclusivo de Berlín, ya que en las principales ciudades alemanas la situación es similar, debido al elevado número de peticionarios de asilo que llegan a diario.
Hamburgo está levantando siete “poblados” con contenedores de mercancías para dar cabida a más de 20.000 refugiados, Múnich recibió 19.000 demandantes de asilo el pasado fin de semana y Berlín estudia acondicionar el antiguo aeropuerto de Tempelhof porque sus más de 60 albergues de acogida están repletos.
En este contexto, la BAMF ha elevado hasta 550 el número de funcionarios que deciden sobre las peticiones de asilo (con respecto a los 250 de 2012) y prevé aumentar su número total de empleados en mil este año y en la misma cantidad el año próximo.
Pero resulta insuficiente: los refugiados deben esperar actualmente más de siete meses de media para que se resuelva su petición de asilo, según cifras del Ministerio de Interior.
La dimisión del presidente de la BAMF se ha entendido mayoritariamente en los medios alemanes como el reconocimiento tácito de Berlín de la mala gestión de las autoridades competentes ante la avalancha, aunque el Ministerio de Interior aseguró en un comunicado que la salida de Schmidt se debió a “motivos personales”.
Para descargar la situación de las ciudades, Merkel avanzó este martes que planea poner en marcha unos “centros de distribución” que actúen de “amortiguador” y repartan a los inmigrantes rápidamente por todo el territorio nacional.
En una entrevista difundida hoy por el diario popular “Bild”, la presidenta del Asociación de Municipios de Alemania, Eva Lohse, exigió más dinero -incluso para levantar nuevos albergues- y una mayor celeridad en la tramitación de las peticiones de asilo.
Alemania estima que este año ingresarán en el país un total de 800.000 peticionarios de asilo, una cifra récord que cuadruplica la del pasado ejercicio, aunque el vicecanciller y ministro de Economía, Sigmar Gabriel, apuntó recientemente que podrían llegar al millón.
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