Hace algún tiempo, cuando en los Balcanes miles de familias sufrían los rigores de un enfrentamiento fratricida, sugerimos que habiendo carecido Bolivia de una política de migración se gestionara la llegada de los kosovares (Ultima Hora, 11 de abril de 1999 y EL DIARIO, 6 de junio de 1999).
Bolivia es un país extenso, con escasa población, donde la falta de un cruzamiento con otra sangre y otras costumbres, no afirma su voluntad de buscar un destino más resuelto y próspero. No olvidemos que de la escasa inmigración que recibimos, fueron los italianos, alemanes, españoles y otros más los que armaron las pocas industrias que florecieron aquí y allá y fueron sus iniciativas las que apuntaron rumbos de progreso.
Varios países europeos: Alemania, Austria y otros están acomodando a miles de refugiados que el fundamentalismo y la intolerancia religiosa ha sacado de sus hogares a otros tantos miles de sirios. También en América son Canadá, México, Argentina, Uruguay y alguno otro país han ofrecido acoger a aquellos desventurados. ¿Por qué Bolivia, Estado generoso, basado en principios de libertad, igualdad y solidaridad, no puede hacer otro tanto, si ello, además, le reportará beneficios en trabajo productivo, empuje de fuerza humana desesperada de encontrar un nuevo hogar donde fructificar?
El altiplano está despoblado, existen tierras bravías en Beni, Pando, Santa Cruz y el Norte de La Paz, que necesitan brazos para trabajar. Tal vez los nuevos ciudadanos sean los que ofrezcan a nuestra tierra el empuje que necesita para afirmar su soberanía. Sólo se tendría que hacer para la inmigración una selección de personas de formación cristiana para no provocar un choque de culturas; pues de hecho a través de España ya recibimos alguna influencia de pueblos árabes y en los últimos tiempos se asentaron algunas familias sirias en el país.
Bolivia ha recibido la ayuda generosa de otros países en momentos de angustia, ¿por qué no puede hacer lo mismo con otros pueblos arrojados por la impiedad y la intolerancia religiosas? Solamente se tendría que realizar una selección de familias cristianas que, con la ayuda de los organismos internacionales se instalarían en tierras fiscales, donde se construya viviendas, escuelas, hospitales y lo necesario para dotarles un nuevo hogar y trabajo productivo a quienes serían los futuros ciudadanos bolivianos. El dolor y aflicción de tanta gente, jóvenes y niños desamparados, debe conmover la piedad de los bolivianos.
Pasados unos años, se produciría la mezcla de nuestros habitantes con los inmigrantes sirios, que es un pueblo trabajador y con una tradición de cultura extraordinaria. Necesitamos mezclar nuestro pueblo inmerso en defectos y dogmas retrógrados, donde son la mezquindad, la envidia y el egoísmo las tachas que nos empequeñecen.
Veamos que los países que recibieron inmigración extranjera, europea especialmente, han surgido con prosperidad social y económica, como Argentina, Brasil, México, Chile y tantos otros; ni qué decir de Estados Unidos que ha recibido la inmigración de todos los pueblos de la tierra, quienes forjaron ese gran país, aunque se diga lo contrario, por tanto fundamentalistas construyeron el país más desarrollado, equilibrado y rico del planeta.
Debemos reconocer que la escasa migración a nuestro pueblo es uno de los factores de subdesarrollo y aprovechemos esta oportunidad que tal vez no se presente en mucho tiempo.
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