Una de las asignaturas pendientes de la actual gestión municipal de La Paz, es el control al servicio de radiotaxis de la ciudad, el mismo que permanece en el más absoluto desorden en perjuicio del público usuario. El tema no volvió a ser tratado desde el último trimestre de 2014, mientras tanto pese al tarifario establecido para radiotaxis, éste no se cumple, ni la autoridad da muestras de hacerlo cumplir, a la par que la inseguridad a bordo de dichos motorizados no ha disminuido, llámense asesinatos, robos y violaciones.
En septiembre y octubre de 2014 la Alcaldía informó sobre un registro de la documentación de funcionamiento de este transporte, autorizando el servicio de 76 empresas, aunque posteriormente la prensa señaló solamente 36, a las que dice haber entregado las respectivas Tarjetas de Operación Vehicular y de Identificación del Conductor, debiendo ser colocadas en el interior del vehículo. Sin embargo, ningún usuario las ha visto, por lo que abordar algún radiotaxi sigue siendo un peligro latente. Esta medida incumplida es lo menos que se debe garantizar, como ocurre en cualquier ciudad del mundo. Entonces, la Alcaldía dispuso también que los radiotaxis exhiban estas tarjetas en el parabrisas y aparezca dentro del coche el número de la placa. Tampoco se comprueba tanta maravilla.
De igual modo, el año pasado la Dirección de Movilidad, Trafico y Vialidad del Gamlp anunció una serie de operativos destinados a comprobar la existencia de Centros de Comunicación o “radiobases” del servicio, a fin de evitar que vehículos sueltos oficien de radiotaxis con la inseguridad consiguiente. Aparte de este anuncio, la nombrada Dirección no volvió a tocar el tema.
Por su parte, los taxis no cuentan para las autoridades. Gozan del más absoluto libre albedrío, tanto en tarifas cuanto en el resto de un verdadero servicio. Cobran a capricho y las carreras se cotizan a la par de los radiotaxis, tampoco son garantía de seguridad alguna. Si de tarifas se trata, los choferes de radiotaxis hacen lo suyo, extorsionando a los pasajeros. En este capítulo debemos recordar el error cometido por la autoridad municipal a tiempo de tratar de establecer tarifas para los “móviles”. A la tarifa básica debía añadirse un plus por zona delimitada, empero sucede que se incurrió en el error de tener como distintos y lejanos a barrios o zonas de la ciudad demasiado cercanas entre sí. Por ejemplo el centro y San Pedro, Sopocachi, Miraflores, etc., dando lugar a que los conductores se excedan en el cobro.
En fin, se puede decir que los radiotaxis y sus empresas han doblado el brazo a la Alcaldía y se manejan a su arbitrio con grave detrimento económico del público usuario. Nadie pone el “cascabel al gato”. La dualidad existente entre la Alcaldía y el Organismo Operativo de Tránsito (Policía) en este rubro, es otro factor que juega en contra de la eficiencia y el buen servicio.
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