Nicómedes Sejas T.
¿Simple deseo o un objetivo político?
“Si nos unimos de verdad, nuestro proceso puede ser como en China, gobernar para toda la vida, pero sirviendo al pueblo boliviano”, afirmó Evo Morales (15/05/2015). Por las circunstancias y por el personaje que lo dijo es algo más que un simple deseo, es un objetivo político, que orienta la acción del caudillo y de su aparato partidario en el poder; una elección seguida de tres reelecciones es un intento por realizar aquel ansiado objetivo, como se colige de los preparativos para el programa del bicentenario de la República.
Aquella admiración del sistema político chino inspira el deseo de emulación del caudillo del MAS; aunque no cuenta con un partido único, cuenta con un partido que no ha perdido sus aspiraciones hegemónicas. Las elecciones si bien siguen siendo el único medio de legitimación, siempre ha podido arreglárselas para volcarlas a su favor. Pero entre la admiración y el deseo de emulación también hay una tergiversación de la realidad, en cuanto reduce la gobernanza a un juego político en plena evolución. Donde ya no existen los jerarcas partidarios vitalicios en el poder, con una economía que viene cosechando notables logros de crecimiento con su liberalización, y donde con seguridad veremos cambios sustanciales en su sistema político, ya que aquellos asiáticos parecen bastante serios para jugar con el futuro de su sociedad.
La re-re-reelección se ha convertido en una aspiración particular de los regímenes que gustan denominarse revolucionarios, como en Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia, a diferencia de los regímenes democráticos modernos que apuestan a consolidar instituciones confiables, conscientes de que sus desviaciones y degradación se han vuelto amenazantes para su propia estabilidad. De hecho es impertinente hacer analogías con gobiernos que duraron alrededor de 10 o más años en el poder en los regímenes democráticos de Europa, o con los gobiernos africanos que se prorrogaron durante periodos largos dejando un legado de desastres para sus pueblos. La democracia boliviana si bien tiene una larga experiencia en procesos electorales, el ejercicio de las elecciones libres e informadas continúa siendo aún un reto.
El actual contexto está configurado políticamente por el triunfo del No en el reciente referendo autonómico, como la expresión contundente de un electorado que ha despertado de su hechizo indigenista, recuperando su voluntad, y económicamente por los datos del déficit fiscal del 4% del PIB para el año 2015 y la caída del ingreso por exportación del gas y minerales de 3.350 millones de $us. Tanto el efecto político como el económico parecen haber conmovido la confianza del favoritismo electoral de que gozaba el partido de gobierno.
En un contexto de tal incertidumbre, el caudillo, convencido de su apostolado revolucionario, se siente impelido a prorrogarse en el poder, aunque tenga que extremar sus recursos, empezando por romper su propio juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución, ya que el respeto a la Constitución vigente impide toda posibilidad para su re-re-reelección. Al caudillo no le basta jugar con su propia credibilidad, también debe continuar con nuevas arremetidas, usando discrecionalmente los recursos públicos para costear la apabullante y costosa propaganda por Tv y radio, como una apuesta decisiva para intentar ganar el próximo referendo de reforma constitucional por su re-re-reelección.
Al final de los cinco minutos de gloria de los altos precios de las materias primas parece que EMA ya no tiene más tareas por cumplir en el gobierno, de modo que buscar una re-re-reelección es sólo cuestión de ego.
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