Sed angustiante

En las memorias que escribe Alfonso Gumucio Dagron sobre la vida extraordinaria de su padre: don Alfonso Gumucio Reyes, recuerda una de sus expresiones: “va llegar un momento en que el agua será más cara que el petróleo y que los ríos jamás van a llegar al mar” (El ingeniero descalzo, pág. 71).

Creo que este pensamiento debería hacer reaccionar la conciencia pública nacional para atacar un problema que este año parece estarse agudizando en ciertas regiones del país: urbanas y rurales.

El Atlas de riesgo agropecuario y cambio climático para la soberanía alimentaria, elaborado por el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras para el 2015 señala que “existen 132 municipios con un grado de riesgo de sequía mayor al 80%, cálculos basados en la amenaza de sequía meteorológica y no hidrológica”.

Mientras que 90 municipios tienen riesgo de inundación mayor al 50%. En contraste se identifica 90 municipios con grado de riesgo de inundación mayor al 50%, los cuales se encuentran principalmente en los departamentos de Beni, Pando y Santa Cruz.

Los datos anteriores estarían mostrando los efectos del cambio climático, con extremos entre nuestros distintos ámbitos ecológicos.

En febrero de este año AP el presidente de la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas, Demetrio Pérez, declaraba que hasta 120.000 hectáreas, 13% del total de la siembra de verano de soja, se ha perdido en los municipios de Pailón y Cuatro Cañadas por la escasez de lluvias. Las pérdidas superan los $50 millones.

Remarcó: “la sequía focalizada en algunas regiones en pleno periodo lluvioso es cíclica y se registra después de ocho años en esa región al sureste de la provincia de Santa Cruz, donde se cultiva hasta un millón de hectáreas de soja, el tercer rubro de exportación después del gas y los minerales”.

El fenómeno no es tan reciente el 2014, el país fue castigado por las lluvias más severas en décadas, que dejaron 60 muertos y unas 60.000 familias afectadas.

Para el último trimestre del 2015 el plan oficial contra El Niño 2015-2016 de Defensa Civil calcula que unas 100.000 familias de 109 municipios del país serán afectadas por el exceso de precipitación y/o sequías. Se prevé que este episodio sea uno de los más fuertes en 65 años.

“Los municipios con riesgo de ser afectados por exceso de precipitaciones son 51 y 58 con déficit de lluvias; por consiguiente existe un factor de alto riesgo, de 10% a 15% de damnificados. El análisis deduce que habrá cerca de 100.000 familias con posible afectación directa”.

El otro problema de urgencia política en torno a la provisión de agua es el de nuestras principales ciudades. Como señalé en mi artículo de la semana pasada, las ciudades de Cochabamba, Potosí, Tarija, Sucre, La Paz y El Alto han confrontado recientemente problemas de abastecimiento de agua, el cual sin duda está asociado a los problemas de sequía de los recientes meses y en el caso de La Paz, al deshielo de nuestros nevados, que son la principal fuente de almacenaje y provisión de agua.

Entonces es prudente insistir en revisar nuestra política de inversión pública: ser más austeros en gastos de imagen, o en la construcción de grandes aeropuertos que carecen de pasajeros, para atacar con prontitud y en la magnitud que se necesita el almacenamiento y tratamiento de agua para proveer de este importante elemento a la población urbana. Sigamos el consejo de Alfonso Gumucio, retengamos nuestra agua, por ser un importante tesoro.