Periodismo de hoy:
Yelka Aguilera Santos
Actualmente vivimos en una sociedad totalmente mediatizada, tanto así que a diario los medios en distintas partes del mundo emiten millones de noticias por la televisión, radio, periódicos, revistas y ahora, en Internet. Pero surgen entonces algunos interrogantes: ¿cuál es la influencia de estos mensajes en el público y cómo se cumple la función de informar con responsabilidad y ética?
Tiempo atrás los medios de comunicación fueron denominados “el cuarto poder” debido al impacto social que éstos causaban en la opinión pública, con la capacidad de conducir no sólo ideas; sino también direccionar actitudes y hasta inculcar o erradicar nuevos estilos de vida.
A pesar del innegable predominio de las nuevas tecnologías, el común de las personas aún concede credibilidad a los medios de comunicación tradicionales. La gente confía en los escritos de las páginas de un periódico, asume como cierto aquello que escucha por la radio y se asombra ante las imágenes de la televisión.
En este escenario, el periodismo escrito asume un papel fundamental, que trasciende sus deberes convencionales: informar con veracidad, oportunidad y exactitud. Sino también ahora y más que nunca, los medios deben replantear su función responsable al servicio de una sociedad.
INFORMAR Y NO OPINAR
Si bien es cierto, la libertad de expresión es un derecho fundamental; en el ejercicio del periodismo las condiciones cambian: no es posible opinar, calificar o enjuiciar en el momento de informar.
Es propicio evocar una reconocida frase del periodista español Martínez Albertos: “los hechos son sagrados y los comentarios libres”. Nada más oportuno traer a colación este pensamiento, ya que si bien quien informa puede discriminar entre los detalles justos de un hecho noticioso y sus propias opiniones; el público carece de esta posibilidad y asume como verdadero todo lo que dicen los medios de comunicación.
El compromiso no es menor, puesto que para la gran mayoría de las personas, los medios son todavía sus ojos y oídos ante el mundo, una forma de saber y conocer lo que sucede a su alrededor o desde aquellos espacios a los que no tiene posibilidad de acceder.
El hecho de enfatizar en la noticia, no implicará de ninguna manera la coerción a la originalidad del periodista, puesto que existe una inmensidad de géneros para comunicar: el reportaje, la crónica, la semblanza, entre tantos otros. La diferencia radica en que el lector, televidente u oyente, deberá saber de antemano cuándo está frente a una información, opinión o comentario; para concederle la oportunidad de formular sus propios juicios.
El profesor de periodismo José María Desantes (1967) inculcaba en sus estudiantes la tarea de informar y distinguía tres modalidades: la comunicación de ideas mediante la propaganda, la de juicios con las notas de opinión y la principal para comunicar sobre hechos: la noticia.
HERENCIA SIGNIFICATIVA: EL LEAD
La tarea de informar impone en el periodista el requisito de la imparcialidad y la objetividad, siendo ésta última la exigencia más complicada de todas, para algunos autores el ser totalmente objetivo resulta ser más bien una utopía; ya que detrás del periodista no deja de existir una persona con emociones, sentimientos y valores.
Sin embargo, a pesar del esfuerzo de corrientes emergentes en el periodismo por incluir nuevos y revolucionarios métodos para informar, es el lead informativo la técnica de redacción más certera para iniciar una noticia con respeto y consideración al público.
El vocablo anglosajón lead significa “entrada” y es el primer párrafo de una noticia, se construye mediante las simples respuestas a seis preguntas básicas que el periodista responde en su texto informativo: quién, qué, cuándo, dónde, cómo y el porqué de un hecho. Se supone que con esta fórmula de redacción el público puede estar informado sobre lo esencial de un hecho; evitando la tentación de incluir elementos llamativos y subjetivos de manera intencional para captar su atención, como ser: exageración, engaño, deformación, disimulo o silencio.
Afirmamos, no existen recetas únicas para informar, pero bien valdrá la pena el esfuerzo de asumir y valorizar esta labor, porque como bien nos dijo el nunca olvidado Gabriel García Márquez, “el periodismo es el mejor oficio del mundo”.
La autora es Comunicadora y docente universitaria.
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