Récord en importación de arroz y harina

Según informaciones oficiales, Bolivia se ha convertido en “referente mundial” en varios aspectos, se volverá “potencia energética”, realizará nuevas obras faraónicas con los 7.500 millones de un crédito obtenido en China, conseguirá la venida de inversionistas a raíz de una reunión con grandes capitalistas en Nueva York, se ha empezado un proceso de industrialización y otros ruidosos proyectos que vocean los medios oficiales.

Pero, mientras se pronuncia esas hermosas palabras, las mismas esferas oficiales ofrecen datos estadísticos alarmantes que causan gran temor entre la población y no menos entre los especialistas y la prensa. En efecto, la primera información oficial proveniente del Instituto Nacional de Estadística (INE) hace conocer que el valor de las exportaciones de recursos naturales sufrió un desplome espectacular de 3.207 millones de dólares al terminar el tercer trimestre de este año, en relación con el mismo lapso del anterior. A ese baldazo de agua fría se agregó que las importaciones oficiales y no oficiales de alimentos también subieron en lo avanzado de este año en casi el doble con referencia al anterior.

En cuanto a la caída del valor de las exportaciones, se confirmó que se redujeron en los nueve primeros meses de este año en 31.7 por ciento respecto al año anterior, cifra superior a la pronosticada de 2.500 millones de dólares.

Dicho derrumbe del valor de las exportaciones se debió, en principal aspecto, a las exportaciones de gas natural que representan el 41.6 por ciento del total exportado. En forma específica, la caída del valor de la exportación de gas hasta fin de septiembre fue de 1.671.7 millones de dólares, dato que no puede ser subestimado aun por el más lego en materia económica.

Mientras por ese lado se produjo ese lamentable desplome en el ingreso de divisas al país, por otro el INE informó que se produjo una notable fuga de divisas por importación de alimentos que ha dejado de producir el país por las equivocadas políticas agrarias, el contrabando, la rigidez de la política monetaria y otros factores.

En efecto, el INE informó que a agosto pasado el total de las importaciones de harina de trigo, arroz y maíz subió en 53 por ciento. El dato oficial señala que la importación de esos productos provino casi en su totalidad de Argentina o sea el 99.2 por ciento. Se atribuye ese resultado a la devaluación del peso argentino, hecho que según el director del IBCE “representa un duro golpe para nuestro sector productor” y que dio al traste con la “seguridad alimentaria” proclamada por el Gobierno.

La política de libre comercio aplicada por el Gobierno actual, excepto algunas medidas arancelarias, en especial su resistencia a adoptar medidas monetarias adecuadas frente a las devaluaciones de Brasil, Argentina, Perú, China y otras naciones, ha puesto al borde de la quiebra no sólo a los sectores industriales y agrarios del país, sino también a la economía en general, sin hacer referencia a la estabilidad del Gobierno, política encubierta bajo la abstracción acerca de que la economía está “blindada”, que permite vislumbrar un horizonte tempestuoso.