Oruro, “el poder de sus brazos” y cuatro siglos de historia

En los primeros días, el Creador dijo: “hágase la luz”, y la claridad inundó la tierra; hay una relativa como misteriosa coincidencia entre Oruro y su prehistoria. En el Siglo X, cuando los aymaras invadieron el corazón occidental andino, lo que hoy es Bolivia, una etnia de vasta antigüedad, los Urus, habitaban la cuenca del lago Poopó y las riberas del río Desaguadero, viviendo sobre la base de la agricultura y pesca, de la totora hicieron balsas y sobre plataformas de la planta acuática levantaron sus viviendas, su lenguaje. Y ellos se mestizaron con los aymaras, y creían que eran tan antiguos como el primer hombre, y su nombre Uru-Uru significa “donde nace la luz”.

Este primitivismo hasta hoy hace exhibición en su antropología, costumbres y hábitos, Uru, la última entre las protohistóricas y luego surge la gran civilización de Tiwanaku. Oruro solo es más grande que Tarija y Chuquisaca. Con 53.588 Km2, es una de las ciudades más antiguas de Bolivia con 409 años de su fundación, que ocurrió el 1 de noviembre de 1606, por el Lic. español Manuel Castro de Padilla, con el nombre de “Villa de San Felipe de Austria”. Vivía de la explotación de sus minerales de plata, desde fines del Siglo XVI, y junto a Potosí, sostuvieron las necesidades de Bolivia en casi 200 años.

La caída de los precios de metales causó gran migración de Potosí a Oruro. Hidalga de cuna, Oruro fue erigido como departamento por ley de 5 de septiembre de 1826, por el Mariscal de Ayacucho. Así esta comarca gélida y huraña es la Esparta altoperuana, con el fruto de sus entrañas mineralógicas y con el tesón, valor e hidalguía de su gentilicio uro chipaya, nacida del filo cincelador del viento apunado que labró en su solar hostil, monumental, multitudinaria y secular “Raza de Bronce”.

Pero si algo tiene Oruro de original es su espíritu de rebelión y libertad que desde muy temprano empezó a manifestarse. Así, durante el Siglo XVIII se levantó, en desafío a los ibéricos, el nativo J. Vélez de Córdova, en 1739 y entre los levantamientos de 1780-1782 de Túpac Katari, el 10 de febrero de 1781 se rebelaron los criollos, mestizos e indios, con el acaudalado Juan Rodríguez de Herrero y el mestizo Sebastián Pagador, manteniéndose Rodríguez dos años como Corregidor. Este acto les costó la cárcel para todos.

La primera locomotora del ferrocarril Antofagasta-Oruro ingresó a Oruro pujante el 5 de mayo de 1892; este mismo año se fundó la Universidad Técnica de Oruro, un éxito, en tanto que la plata cedía su puesto a la era del estaño. En el Siglo XX, en 1930, fue la ciudad más moderna de Bolivia; dio el salto en la metalurgia, con la Fundición de Vinto en 1970, el cierre de las minas en 1985, y el DS 21.060 con su efecto, la relocalización de veinte mil mineros, dejó una deprimente realidad, solo aliviada por el lanzamiento de la minería del oro. Hoy Oruro es un épico bastión boliviano, pleno de promesas y potencialidades para el futuro.