En lo que se refiere a la información estatal dirigida a la opinión pública, debe ser necesario en absoluto que sea totalmente objetiva y, por tanto, no caiga ni en la sobre valoración ni en la subestimación de los datos estadísticos, políticos y sociales. En caso contrario, los responsables estarán pecando en la mitomanía, vale decir en la práctica consciente de faltar a la verdad y refugiarse en la mentira, la falsedad y el error.
Al respecto es posible observar que en ciertas esferas oficiales se cae en gruesas contradicciones de exagerado optimismo, mientras en otras se practica extremo pesimismo, tal el caso de las declaraciones del Ministro de Economía que, por un lado, señala datos negativos y termina sacando conclusiones ilógicas.
En efecto, en días pasados aseguró que el desplome de las exportaciones de productos bolivianos está por encima del 30 por ciento. Es más, apoyando los datos estadísticos del INE reiteró que al tercer trimestre de este año, el valor de las exportaciones bolivianas disminuyó en 31.7 por ciento, lo cual representa la reducción de los ingresos al país de nada menos que 3.207.1 millones de dólares menos a los obtenidos en el mismo período del año 214.
Esa afirmación resultó más alarmante de lo que se esperaba, pues, inclusive, superó las previsiones hechas por el presidente Evo Morales en agosto, cuando dijo que las pérdidas sólo serían de 2.500 millones de dólares. También la declaración ministerial se hizo más negativa cuando, según revelaciones del INE, la extracción de hidrocarburos descendió hasta el tercer trimestre en 38.6 por ciento; la industria manufacturera en 32.7 por ciento, la agropecuaria en 32.5 por ciento y la extracción de minerales en 13.2 por ciento, cifras que no solo son críticas sino podrían definirse como pavorosas.
A esas noticias se suma el aumento de la deuda externa que llegó al 54 por ciento del PIB, al mismo tiempo que datos extraoficiales aseguran que dicha deuda estaría próxima nada menos que a los 30 mil millones de dólares, según estudios estadísticos de profesionales especializados.
La cadena de noticias acerca del estado de la economía nacional no termina en esos datos, sino parece que solo están empezando, pues según el IBCE entre 2013 y 2014 las importaciones de trigo crecieron en 53.21 por ciento al pasar de 60.2 millones a 92.3 millones y las de harina de trigo en 69.15 por ciento o sea de 42.3 millones de dólares a 71.6 millones de dólares, por citar solo casos de menor cuantía.
Esos y otros datos económicos, a simple vista graves, son, sin embargo, para el principal responsable de la administración de las finanzas del país, solo pigricias, quien además afirmó que estaban “dentro de lo previsto” y, en síntesis, no había por qué preocuparse, es decir que “estando dentro de las previsiones que hizo el Gobierno nacional” no eran ninguna sorpresa y que, en cambio, revelan que si bien la economía ya no estaría “blindada”, ahora tiene “espaldas anchas” para enfrentar el peso de la crisis que pinta sus temibles nubarrones en el horizonte.
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