Lo cierto es que Bolivia, gracias a la amplia, profusa y permanente información, ofrecida en diferentes circunstancias de la historia, a las naciones del mundo, sobre su injusto encierro geográfico, ha logrado captar el respaldo de la comunidad internacional a su favor, a fin de que dicho problema, que siempre ha lastimado a la paz continental, fuera solucionado, en estricta sujeción al entendimiento bilateral.
“Con respecto al tema de la salida al Pacífico, hemos recibido nuevas muestras de respaldo a nuestra tesis de arribar a una solución negociada. El reciente apoyo de los Presidentes de las naciones del Pacto Andino, reunidos en Cartagena de Indias, Colombia, nos anima a pensar que se ha profundizado la conciencia internacional sobre la innegable justicia del planteamiento boliviano”, remarcó, hace más o menos 26 años, Víctor Paz Estenssoro, a tiempo de abandonar el gobierno nacional (“Mensaje del Presidente de la República Dr. Víctor Paz Estensoro al H. Congreso Nacional “, 1989, pág. 11).
Con este dato hemos querido significar la importancia que adquirió el respaldo internacional para fines de nuestra reivindicación marítima. Es que la opinión pública externa, en sintonía con el sentimiento patriótico boliviano, ha ratificado, como una señal de solidaridad, su simpatía y amistad con Bolivia, víctima de la agresión, de la prepotencia y la intimidación chilena. Actitud que ha marcado, como bien sabemos, el encierro geográfico, por más de un siglo, y ha permitido, asimismo, proferir amenazas en contra la dignidad nacional, como aquéllas relacionadas con la aplicación del siniestro plan de polonización, que se traduce por la repartija del territorio patrio, entre sus vecinos.
Este intento estuvo latente al correr el año 1884, según cuenta Juan Pereira Fiorilo en su libro “De la fundación a la guerra del salitre”, publicado en 1990, página 429.
“En 1900, Chile propuso al Perú lo que han llamado la polonización de Bolivia, es decir, la división de esta república en zonas de influencia que serían repartidas entre dos estados. El Perú indignado reveló a los otros gobiernos el plan de partición de su ex aliada”, sostiene E. Fonseca Montarroyos, en “Los derechos de Bolivia al Mar”, editado en 1962, páginas 190 y 191.
Consecuentemente Chile agitó a la comunidad internacional con el argumento de que Bolivia debería desaparecer del mapa geográfico sudamericano. Esto ocurrió, como hemos visto, a fines del Siglo XIX y principios del XX. Lo hizo, seguramente, con la creencia de que él, en consonancia con sus intereses expansionistas, iba a anexarse alguna región productiva, que contribuya a su desarrollo nacional. Pero las cosas no se dieron tal como pensó, debido, fundamentalmente, al rechazo nacional e internacional.
Bolivia ha sido incluida, de manera permanente, en la agenda depredadora del país vecino. El objetivo fue acabar no sólo con sus recursos naturales, renovables y no renovables, sino con su soberanía, existencia y presencia.
En suma: desde mucho antes de la invasión de 1879, Bolivia estuvo en la mira de Chile. Los inmensos bolsones de recursos naturales, renovables y no renovables, ubicados en nuestro territorio costero, despertaron la codicia de aquél, que surgió a la vida republicana inmerso en la más inconcebible pobreza.
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