Clepsidra
El concepto que hasta hoy tuvimos de ti, desde que hiciste realidad esa célebre máxima que señala: “Los mediocres entran en la historia porque estaban ahí”, fue el de considerarte un autobusero bonachón y anecdótico, donado por la suerte y, capaz de asombrarnos con simplezas como tus largas pláticas con pajarillos, o que la larga mano de Chávez permitió la elección del papa, o que tu lealtad por Chávez no varió jamás ni un milímetro de segundo, etc.
Empero, hoy que la campaña electoral para las elecciones legislativas en Venezuela ingresa en su semana final y los sondeos de opinión, aun de los propios chavistas, muestran un contundente 92% que ya no soportan ni creen en la situación a la que llevaste a tu noble país, tu actitud ha variado y, a objeto de eternizarte en el poder, aun si dichos comicios te fueran desfavorables, comienzas a mostrar tu verdadera personalidad de hombre lobo o licántropo.
Es muy posible que en el fondo de tu cerebro creas que dicha posibilidad es factible, empero la reciente victoria de Mauricio Macri en la Argentina ha hecho que dicha probabilidad haya variado totalmente, al extremo que el propio Secretario de la OEA, Luis Almagro, te recuerde, mediante una severa catilinaria, que es imprescindible que tu gobierno asuma su papel de garante de paz para que la contienda electoral sea una fiesta democrática. Una sabia crítica que la respondiste con vocación de tractorista: “Espero una rectificación de Ud., señor basura, que se ha metido con Venezuela y Venezuela es una patria sagrada porque es la patria de Bolívar y de Chávez”. A lo que Almagró tuvo que replicarte: “Quien tergiversa mis palabras y usa la mentira como herramienta política carece de dignidad y eso es inadmisible”.
Sí, mi caro Nicolás, la política es así de ingrata. Así como disfrutaste de una porción de ese poder heredado por el micomandante, ha llegado la hora de que te enfrentes a la realidad del verdadero dueño de ese mandato, que es el pueblo, aún a riesgo de perder el control de los poderes públicos que hegemónicamente ustedes detentaron durante 17 años.
En tu afán de enfrentarte a la catástrofe decides insistir en los errores que te llevaron a ella, sin tener la intención de rectificarlos. Inventaste culpables y conspiraciones. Optaste por huir hacia adelante, tras un inútil recorrido que incluyó la China, dizque para lograr créditos que no obtuviste, pues ya nadie te cree, incluso los que aún te tenían ciertas simpatías ideológicas tampoco.
Esa infructuosa carrera hacia la nada te llevó a soltar a tus sayones el pasado 25 de noviembre, para acabar con la vida de Luis Manuel Díaz, Secretario de Acción Democrática, en medio de su campaña electoral. No se ha descartado todavía si esas balas asesinas estaban destinadas a segar la vida de Lilian Tintori, esposa de tu preso Leopoldo López, lo cierto es que esta actitud demuestra que ya te sientes perdido y muy próximo a acompañar a tus sobrinos en su cautiverio. En buen romance, Esta vez te pasaste de Maduro, Nicolás.
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