Multivisión
En su obra Pueblo enfermo, Alcides Arguedas realizó una crítica radical del entonces sistema latifundista porque era una de las causales del atraso de nuestro país y de la falta de progreso y educación. Para Arguedas los sectores dominantes de la sociedad eran antiprogresistas. “El caciquismo -afirmó- es una de las más singulares manifestaciones de la enfermedad colectiva”. Su libro denunció la falta de visión de los privilegiados y su chatura provincial y feudal, que resultaba muy dañina para el progreso de nuestro país. Asimismo censuró el pongueaje. Se burló de la clase alta tradicional, que tendría el complejo de la sangre azul. Los estratos medios cultivarían, afirma Arguedas, anormalidades psicológicas, que no son exclusivas de los altoperuanos.
Existe una corriente de intelectuales que tiene aversión a nuestro autor, tal vez porque era muy crítico con el país y con todos nosotros, pues decía, por ejemplo, que “el defecto principal de los paceños es la pedantería”. También menciona que se bebe más que en el resto de Bolivia y que en lugar de tener buenas bibliotecas, los paceños consumen toda clase de licores extranjeros. “El paceño en lo único que no es parco es en el alcohol, hace gala de una generosidad derrochadora, pierde y gasta todo su dinero en pagar el consumo alcohólico; pero en su casa carece aún de lo indispensable”.
Muchos acusan a Alcides Arguedas de discriminador y racista. Sin embargo, en la misma obra nuestro autor considera que los individuos están sujetos a modificaciones. Él expresa su visión de un ciudadano ideal con moral, libre, crítico, culto, progresista y su anhelo de la transformación de los sujetos a través de la vida espiritual, de la educación y de las mejoras de las condiciones materiales y hasta de la disciplina física. Dice a la letra en Pueblo enfermo: “Su hurañez e insociabilidad [de los paceños] han sido vencidas por un espíritu de cooperación en el deseo de modificar las condiciones materiales de la vida urbana. La pasión del deporte, nueva en Bolivia, ha creado el sentimiento de la solidaridad. El sistema de las agrupaciones para conseguir fines de utilidad común […] y un cierto instinto de responsabilidad por el empleo mismo de su vida, han hecho del paceño un hombre más abierto, más expansivo y más laborioso. Los viajes, una mejor higiene y una aplicación constante a las cosas del espíritu, han ensanchado sus horizontes mentales. Y hoy el paceño es un ser que se esfuerza y se preocupa de cultivar las producciones del ingenio, crear empresas, industrias, o sea, en una palabra, en progresar de veras no sólo por el exterior, sino substancialmente mejorándose”.
Si Arguedas hubiera tenido aversión a lo nuestro, no hubiera mirado nuestro pasado y el presente que él vivió y describió detalladamente. Si no hubiera tenido proyecciones de nosotros como sujetos perfectibles para construir un mejor contexto en nuestro país, nunca hubiera expresado lo siguiente: “Ya en el Ollantay, solo monumento superviviente de la literatura incásica, se habla del carácter feroz de los moradores de los Andes, que éramos nosotros, o mejor, nuestros padres”. Y más adelante dice que “[…] nunca se nace hidalgo o gentleman: se deviene. Cualquier hombre de cualesquiera jerarquías sociales puede adquirir esa calidad por su proceder y conducta, pues el privilegio se adquiere exclusivamente por las cualidades morales, más que por la fortuna, la cultura, el talento, el linaje. Un hombre que intriga, miente, engaña y no es sincero ni animoso, puede acumular sobre sí todos los dones de la fortuna y del talento, ser atrayente por sus prendas personales, nacer en cuna de oro y de marfil; pero nunca jamás será un gentleman, es decir, un ser de selección por sus cualidades morales, celoso de su honor y del ajeno, digno en su vida, gustos, acciones, palabras e ideas”.
Arguedas no tenía buena opinión del autoritarismo dominante. Sin crítica, decía nuestro autor, será difícil avanzar en la cultura. No se podía pensar en la renovación literaria si no se luchaba por hacer libres las conciencias. Si el boliviano quiere llegar a la autenticidad, debe conquistar la libertad de pensamiento y de expresión.
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