Todo muestra que en el país, especialmente según el partido de gobierno y los componentes del mismo, no hay nada que hacer ni de qué preocuparse u ocuparse porque todo está dirigido a una campaña para asegurar el “sí” en el referéndum del 21 de febrero, que establecería reformas constitucionales con miras a las múltiples reelecciones de los dos primeros mandatarios. Por su parte, los grupos de oposición y parte de la comunidad también están empeñados en las campañas para negar lo buscado por el Gobierno; parece que, para todos, no hay otra función en el país.
Todo muestra, pues, una especie de angurria, de afán por tener resultados seguros a su favor; parecería que el país no está más que para procesos electorales y referendos que, en concreto, nada cambian ni significan mayormente algo para el futuro. ¿Qué se busca con este desplazamiento de inquietudes, ambiciones, ofertas incumplibles, demagogia y populismo a más de inversión de mucho dinero? Es que, en el caso del MAS, ¿no existen posibles nuevos candidatos que reemplacen a los dos primeros mandatarios? ¿Es que el MAS se siente muy pobre de gente que pueda asumir cargos importantes y recurre, pertinaz y persistentemente, a dos que tienen la condición de ser caudillos?
Es grave la situación porque, por el lado de la llamada oposición, también hay inquietudes y angustias por lo que vaya a ocurrir; hay ambiciones no satisfechas porque el futuro se muestra incierto con tantos que querrían llegar a ocupar los primeros puestos del país y cada uno se siente el mejor, el más capaz, el irremplazable. No hay unidad ni en principios ni en propósitos ni en intenciones y menos en capacidad para tener los mismos principios e intenciones. La oposición, pues, una vez más, con sus campañas, está asegurando la victoria de la re-re-reelección.
Estamos a más de dos meses del referéndum del 21 de febrero y hay precipitación por asegurarse votos porque, parece, de ello depende la continuación de diez años a cumplirse en días más, o los cambios que se producirían con nuevas autoridades; pero, en general, no hay muestras en los posibles candidatos a futuro, de lo que habría que hacer y todo está ceñido a lo hecho y avanzado hasta ahora.
¿Para qué una campaña con tanta anticipación? Debería dejarse a la conciencia del pueblo el “sí” o el “no” que venga porque, de todos modos, lo que vaya a resolverse con cambios en la Carta Magna, tendrá como resultados el año 2019 y, para ello falta mucho; hasta entonces, puede que el mismo partido de gobierno que prometió cambios y nada cambió, podría cambiar y darse cuenta de que las reelecciones no son buenas, son contrarias al país, son prórrogas de muchos yerros y pocos aciertos. Hay mucho que esperar en el futuro de estos años y valdría un poco de paciencia y dedicación a lo que ahora hay que hacer.
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