Importancia de la productividad agrícola

Eduardo Quiroga Crespo

Se conoce como producción agrícola a la cantidad de alimentos cosechados en un momento y superficie determinados, y como productividad agrícola a la relación entre dicha producción y la cantidad de cada factor productivo aplicado para obtenerla, por ejemplo toneladas por trabajador o toneladas por Kg de semilla. Entre los factores productivos más conocidos están la mano de obra, los insumos como semillas o bioquímicos, los recursos como tierra o agua, o la maquinaria. Por lo anterior, habrá una productividad para cada uno de los factores, pero también existirá una productividad agregada para todos los factores, las cuales suelen ser cuantificadas para fines comparativos.

Por tanto, es posible aumentar la producción de alimentos de dos formas: aumentar el uso de los factores productivos o aplicarlos en la misma cantidad, pero de forma más eficiente. Una política inteligente de apoyo a la producción de alimentos dará prioridad al uso de los factores que son más abundantes en una región, y que por tanto son más baratos, o tratará de hacer lo más productivo posible a los factores escasos. Por ejemplo, donde existen restricciones sobre el recurso tierra se debe incentivar un mayor uso de otros factores como la mano de obra, pero al mismo tiempo hacer un uso más eficiente del propio recurso tierra.

Una razón importante para explicar la pobreza rural en países en vías de desarrollo como Bolivia ha sido la baja productividad agrícola. Si se entiende al valor agregado por trabajador rural como una medida de la productividad agrícola, según el Banco Mundial en 2012 esta medida en Bolivia fue de $us 658, mientras que en Argentina fue de $us 12.556, en Chile de $us 6.431, en Perú $us 1.949, en Paraguay $us 3.092, en Brasil $us 5.297 y en Ecuador $us 4.184.

Es aquí donde entran en juego dos conceptos clave: la tecnología y la educación. Con la primera se puede hacer más productivos en un corto o mediano plazo a factores tales como insumos, recursos o maquinaria. Con la educación es la mano de obra la que se hace más productiva, pero en un mediano o largo plazo.

Algunos estudiosos han señalado que la pequeña agricultura es eficiente en el uso de los recursos tierra y agua, es decir que su uso es razonablemente productivo, y que aunque la generación de tecnología para el manejo de insumo y recursos podría mejorar, el verdadero problema es la productividad de la mano de obra agrícola.

La situación en Bolivia es parecida. Aunque el proceso de saneamiento de tierras está en su recta final, muchos campesinos podrían cultivar más y mejor si tuviesen más tierras. Pero a la vez que se habla mucho del minifundio, existen grandes extensiones en el occidente sin uso o desaprovechadas por contratos entre los dueños y sus comunidades. Respecto a la generación de tecnología, Bolivia es uno de los países con resultados menos halagüeños en la región, tanto en la creación o en la adopción de variedades mejoradas, en la aplicación de biocontroladores para controlar plagas, en técnicas de manejo más eficiente del agua, o en la aplicación de fertilizantes para hacer la tierra más fértil y productiva. Respecto a este último punto, los pocos fertilizantes que se aplica son importados con costos elevados, mientras la necesaria planta de urea aún no logra concretarse.

Sobre el supuesto crítico, la baja productividad de la mano de obra, hace décadas se trabaja en micro zonas con programas de asistencia de corto y mediano plazo que han mostrado variados resultados, pero la pobreza prevalece. Al agricultor no solo es necesario enseñarle a cosechar nuevos productos de forma coyuntural, sino que es necesario dotarle de conocimientos que le permitan decidir por sí mismo qué, cuándo y cómo producir según las condiciones de los mercados interno o externo. Ello solo se hace con educación productiva y capacitación de mediano y largo plazo y sus resultados se los vería posiblemente en la próxima generación de productores.

Un efecto adicional, pero importantísimo de mejorar la productividad agrícola se refleja en el PIB de todo el país, no solo el del área rural. En efecto, investigaciones internacionales orientadas por la FAO comprobaron que el crecimiento agrícola ejerció un impacto más pronunciado que el sector no agrícola sobre los incrementos del ingreso en los países en desarrollo, y que un aumento del 10 por ciento de la productividad agrícola estuvo asociado a aumentos de 9.0% - 10.2% del PIB per cápita. En cambio un incremento de 10 por ciento en la productividad de las manufactureras se vinculaba solamente a un incremento de 1.5% - 2.6% del PIB per cápita en varios países.

El autor es Economista Agrícola.

E mail: laloquir@hotmail.com

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