Resultados parciales
Venezuela inicia una nueva era. El país ha decidido dar la espalda al chavismo el día en que se cumplían 17 años de la primera victoria de Hugo Chávez. La oposición venezolana superó todas las adversidades posibles y ha vencido las elecciones parlamentarias, por lo que tendrá el control de la Asamblea Nacional a partir del próximo enero. La Mesa de la Unidad obtuvo 99 diputados, por 46 del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Quedan por adjudicar 22 escaños.
El triunfo supone un castigo monumental a la figura y a la gestión del presidente, Nicolás Maduro, toda vez que las elecciones se habían convertido en una suerte de plebiscito. La crisis economía, la inseguridad o la persecución a los dirigentes opositores han sido motivos suficientes para que la sociedad haya dicho basta y optado para un cambio en el mapa político del país. La derrota del oficialismo conlleva también un golpe político para la revolución bolivariana y el socialismo del siglo XXI, que apenas hace dos semanas sufría un primer revés, después de la victoria de Mauricio Macri ante Daniel Scioli en las presidenciales de Argentina.
Pese a que en los últimos días los sondeos auguraban una diferencia ajustada, con una participación del 74,25%, los resultados evidencian la brecha existente entre la oposición y el oficialismo, que conserva la presidencia y mantiene el control sobre todo los poderes del Estado.
Demoran
los resultados
La tardanza en conocerse los resultados no pudo evitar que, mientras llegaba el anuncio oficial del Consejo Nacional Electoral, los principales líderes opositores celebraran unos resultados que ya consideraban irreversibles. Era el caso de Lilian Tintori, esposa del preso político Leopoldo López, encarcelado desde hace casi dos años y condenado a más de 13, que rebosaba felicidad. Una de las primeras medidas que prometió adoptar la oposición era aprobar una ley de amnistía para los presos políticos.
La victoria es también un brindis a la unidad. Por primera vez, todas las formaciones opositoras confluyeron bajo un mismo paraguas, el de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), un crisol de partidos políticos que van desde el centro izquierda hasta la derecha más conservadora y que ha conseguido sobreponerse a los amedrentamientos y las trabas que, durante años, le ha impuesto el oficialismo.
El cierre tardío de los colegios empañó una jornada que había transcurrido con tranquilidad y provocó las críticas unánime de la oposición. Pese a que el sistema electoral estaba concebido para favorecer al chavismo por diversas medidas que se han tomado durante años, el oficialismo puso toda la maquinaria a funcionar en torno a mediodía. Maduro llamó a la "ofensiva popular" para que nadie se quedara en casa. El chavismo intensificó la presión sobre su electorado cuando quedaban dos horas para el cierre de las urnas, a las seis de la tarde.
Alargue en votación
Tantos los mensajes de los líderes como los que se emitían incesantemente por televisión dejaban entender que los colegios seguirían abiertos pasada la hora prevista, algo que confirmó el Consejo Nacional Electoral al prolongar el cierre al menos una hora. La ley permite que permanezcan abiertos mientras haya gente por votar. Lo que hizo el chavismo fue movilizar a la gente.
La situación no era nueva. Hace tres años, en las últimas elecciones a las que se presentó el fallecido líder bolivariano, se estima que Chávez logró 800.000 votos en horas de la tarde que terminaron por ser decisivas en la victoria final. Una situación similar se produjo meses después, cuando el opositor Henrique Capriles, que partía con una amplia ventaja, terminó derrotado de nuevo, esta vez por Nicolás Maduro. Gracias la denominada Operación Remolque consiguió arañar cerca de medio millón de votos.
Por primera vez en 17 años las encuestas, que auguraban una victoria contundente para la oposición, se cumplieron. Para tratar de evitarlo Maduro fue intensificando su discurso, hasta el punto de llegar a decir que tendrían que ganar "como sea". No obstante, el presidente se mostró especialmente conciliador la noche previa a las elecciones; aseguró que sus declaraciones se habían malinterpretado e insistió en que reconocería los resultados, fuesen los que fuesen. De alguna forma, ponía la piedra sobre el tejado de la oposición en caso de que no consiguiesen una victoria que daban por segura. Y que ha consumado el comienzo de una nueva época en Venezuela. (EL PAÍS de España)
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