Es lamentable cómo las autoridades económicas del Gobierno no han visto la necesidad de prever el futuro en cuanto se produjo la caída de precios del petróleo, minerales y materias primas, teniendo conciencia de que nuestro país depende de las exportaciones de todo ello. Esta falta de previsión y prudencia ha determinado que el presupuesto de la gestión 2016 pueda ser cubierto con préstamos o sea aumento de la deuda externa.
La renta petrolera daba para cubrir el presupuesto en gestiones del inmediato pasado; pero si los ingresos son bajos, lo correcto hubiese sido que, en primer lugar, se adopte medidas de austeridad con el fin de ahorrar dinero para tiempos de las “vacas flacas”, pese a los “blindajes” (palabra que jamás fue traducida por el ministro del ramo y que sólo sirvió para la demagogia y el populismo).
El presupuesto del próximo año será efecto del endeudamiento o, mejor dicho, será dependiente del exterior y servirá, se dice, para “continuar con inversiones que activen la economía”. Extraña forma de manejar la economía del país porque vivir siendo dependientes de los préstamos que se logre es hipotecar más nuestra economía, aumentar la inflación y cargar con más deuda a cada uno de los bolivianos. Al respecto, ¿y qué de lo que se debió ahorrar? ¿Qué medidas preventivas han sido tomadas para evitar estos yerros? ¿Hasta cuándo se hipotecará al país con deudas que por bajos intereses que se pague, resultan ser un drenaje serio a nuestra economía?
Es innegable que el país posee aún recursos como las reservas internacionales, depósitos del público en la banca privada y algo más de 10 mil millones de dólares en las AFPs, todos estos activos no son suficientes y de ahí que el Gobierno haya decidido recurrir a préstamos en el exterior. Lo ideal sería, en todo caso, que el Gobierno reduzca el gasto corriente, que evite los gastos dispendiosos y que no tienen razón de ser, que evite o paralice las obras faraónicas que ha emprendido y, sobre todo, impida mayores incrementos en la burocracia gubernamental que sólo ayuda al partido de gobierno en detrimento del país que requiere de fuertes dosis de capital financiero para hacer frente a la crisis que aún durará por mucho tiempo.
El Gobierno está obligado a reconocer que en más de ocho años no se diversificó la producción porque se estuvo atenidos a ingresos por el gas, los minerales y materias primas que exportábamos. En el tiempo transcurrido debió construirse una sustentación productiva con miras al largo plazo con inclusión de una industrialización que recién ahora tiende a iniciarse con alguna fortaleza, pero en tiempos en que la crisis azotará muy duramente.
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