Bolívar llegó a Santa Marta en estado de postración el 30 de noviembre de 1830, tras una penosa travesía por el río Magdalena desde Bogotá y a pesar del buen clima y las atenciones recibidas, su salud empeoró a los pocos días, teniendo algunos momentos de lucidez que le permitieron dictar su testamento y su última proclama, clamando porque su muerte por lo menos permitiera la consolidación de la unidad de sus compatriotas y desprenderse de las ambiciones del poder político.
El 10 de diciembre, el médico Alejandro Reverend creyó que la vida del Libertador se apagaba después de una prolongada agonía, Bolívar pidió entonces un escribano para dictar sus últimos mandatos.