Clepsidra
Venezuela celebró este último fin de semana el despertar de una de sus más horridas pesadillas, al derrotar a un régimen que por más de 16 años la condujo hasta el borde mismo de su quiebra como nación.
La providencial victoria de la Mesa de Unidad Democrática, que acaba de consolidar los 2/3 de los 167 curules que integran la Asamblea Nacional, hará posible que la oposición esté en condiciones de votar, por ejemplo, una Ley de Amnistía para presos políticos del chavismo, como los dirigentes Leopoldo López o Antonio Ledezma, figuras que automáticamente se convertirían en los líderes que conduzcan el nuevo proceso.
Nunca antes unos comicios legislativos habían despertado las expectativas que despertaron los recientemente pasados, donde hasta el Presidente que había amenazado con desconocer los resultados, de ser adversos a su gobierno, cambió sorpresivamente ese talante por una actitud más gallarda y democrática, que hizo que en el desenlace prime la serenidad y la cordura.
Empero nos preguntamos, ¿qué pudo motivar tan sorpresivo cambio que indujo al autócrata a modificar su altanero parecer y optar por una digna salida? Es entonces cuando nos encontramos frente a un trasfondo muchísimo más delicado que los problemas económicos, políticos o sociales que aquejan a la nación, y apuntan a aquellos estrictamente personales, donde la corrupción y el narcotráfico están pasando su factura.
Desde ya, el cerril presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello ha perdido esa alta magistratura y el poder que lo inmunizaba de la acusación de los sobrinos de la pareja real, actualmente presos en los EEUU por narcotráfico y en espera de la audiencia judicial del día 17 de diciembre, donde para evitar una condena de cadena perpetua, aportarán información contundente sobre los líderes de la banda que orquestaron el envío de ese cargamento, decomisado por la agencia antidroga de Estados Unidos (DEA) en Haití.
Entre los nombres que estos jóvenes narcos han soltado para aligerar su pena, está también el del ex ministro de gobierno de Chávez y actual gobernador del estado Aragua, Tarek El Aissami, quien, al margen de los cargos de tráfico de drogas, es también acusado de haber facilitado el ingreso y desplazamiento de terroristas de Medio Oriente.
Finalmente, las noticias de New York señalan también que la DEA está detrás de una investigación que establecerá el origen de la droga, la ruta y quiénes son los militares implicados. Ya que el ABC de Madrid había revelado que Pedro Miguel Rodríguez González y Pablo Urbano Pérez, dos militares activos, de alto rango de la aviación venezolana, fueron los que custodiaron el viaje del narcoavión.
En el mes de abril, Roger Noriega, ex subsecretario de Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos, remarcó que Maduro no era considerado un agente activo en las operaciones del cártel liderado por Cabello. “Pero está muy al tanto de su papel de complicidad con el narcotráfico y que las campañas electorales que ha realizado en el pasado, incluyendo su campaña para la presidencia, se han beneficiado del dinero del narcotráfico”. Ante este panorama, era previsible que la oposición se imponga en las elecciones legislativas, pues estos vínculos y acusaciones han “horadado al socialismo chavista”, convirtiéndolo en el fraude del Siglo XXI.
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