El pago del segundo aguinaldo a los obreros de empresas privadas y estatales y a empleados públicos (burócratas, militares, policías) no puede ser sino un acto de beneficencia, altamente satisfactorio para todos quienes lo reciben. Pero, ¿quién en realidad paga ese segundo aguinaldo?
Esa en la pregunta que deben hacerse todos los que aprobaron el pago de ese beneficio y no solo imaginar cómo los empresarios tienen que financiar ese aguinaldo y quienes, además de los beneficiarios, son los perjudicados. Al respecto, en primer lugar, de los cuatro millones de familias que existen en el país, alrededor de 300 mil son funcionarios del Estado y una cantidad casi igual de obreros de empresas privadas, de las cuales más del 60 por ciento son pequeñas y medianas que subsisten dificultosamente.
Los grandes empresarios no han hecho grandes observaciones al pago de este segundo aguinaldo, pero sí casi todos los empresarios medianos y pequeños que inclusive han amenazado con no cumplir con esa disposición oficial a la que consideran excesiva y que afecta a su propia existencia. Es más, estos productores que viven al borde de la quiebra han agregado a su resistencia que el país está sufriendo los efectos de la crisis internacional originada en la caída de los precios de las materias primas. Al mismo tiempo emitieron quejas en sentido de que las políticas financieras del Estado están carcomiendo sus cimientos y nada se hace para luchar contra el contrabando y otras dificultades.
Los empresarios medianos y pequeños explicaron que la competencia de enorme cantidad de productos extranjeros que llenan los mercados de consumo del país, está matando la economía privada y solo puede sobrevivir a costa de enormes subvenciones la industria capitalista estatal. El comentario de los pequeños productores tiene el detalle de que los resultados del segundo aguinaldo se presentarán a principios del año próximo.
Sin embargo, la empresa privada mediana y pequeña podrá sobrevivir, pues está acudiendo a un recurso que salvará su existencia. Este recurso consiste en elevar los precios de los productos que producen y cargarlos a los consumidores.
En esa forma, será el pueblo el que financie el pago del segundo aguinaldo o, como dice la jerarquía burocrática, “del mismo cuero salen las correas”. Los empresarios de todos los niveles, por tanto, están recurriendo a ese recurso, única forma de encarar los gastos que significan los dos aguinaldos, aparte de los salarios más altos, la inflación, la competencia desleal de productos extranjeros.
Todos los empresarios se han visto obligados a modificar sus presupuestos e inclusive algunos de ellos han echado a la calle a muchos obreros, lo cual también afecta al pueblo consumidor. En esa forma, si bien el segundo aguinaldo hace las delicias de los pocos que lo reciben, causa enorme daño a la población en general, que tiene que soportar el alza de precios, al que se ven poco menos que obligados los empresarios. Es más, en algunos casos, los pequeños y medianos empresarios (que practican un capitalismo salvaje) reducen los salarios, no pagan beneficios sociales, mientras, por otra parte, no solo fijan precios de producción, sino precios de monopolio, por lo cual el pueblo debe sacrificarse en todo sentido por una medida irracional.
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