Punto aparte
El Papa Francisco ha instituido el Año Santo de la Misericordia por considerar que hay la necesidad de que los seres humanos sean más solidarios y piadosos en su convivencia familiar y social.
Con ello, está dando a entender que en esta época de tantos progresos, al mismo tiempo se tiende a hacer prevalecer la discordia y las pugnas entre los pueblos y en las sociedades de las que se forma parte. De ahí que dice que “hay tanta necesidad hoy de misericordia”.
El Jubileo de la Misericordia se inicia en las comunidades católicas y otras que se sumen a esta causa con la apertura de la Puerta Santa, en el caso de Bolivia este domingo, y concluirá el 20 de noviembre de 2016.
La apertura del Jubileo adquiere también un significado especial, pues tiene lugar en ocasión de recordarse el 50 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, ocurrida en 1965. Es, por lo tanto, un nuevo impulso que se confiere al tiempo de renovación que marcó dicho acontecimiento católico.
La Iglesia Católica recuerda que antiguamente para los hebreos el Jubileo era declarado como Año Santo, lo que acontecía cada 50 años. En este tiempo, debía restituirse la igualdad entre todos los hijos de Israel, a la vez que ofrecía nuevas posibilidades a las familias que habían perdido sus propiedades e incluso la libertad personal.
En particular, a los ricos de esas épocas les recordaba que el año jubilar era para que los esclavos israelíes lleguen a ser iguales a ellos, reivindicando sus derechos. “La justicia -según la ley de Israel- consistía sobre todo en la protección de los débiles”.
La Iglesia Católica ha dado al jubileo hebreo un significado más exigente. Impone el perdón general, o sea que es una indulgencia abierta a todos, a la vez que crea el sentimiento de renovar la relación con Dios y con el prójimo. De esta manera, el Año Santo es una oportunidad para profundizar la fe y renovar el amor entre los seres humanos.
Expuso, asimismo, que con el Jubileo de la Misericordia de este año, el Papa Francisco pone en el centro de la atención al Dios misericordioso, que invita a todos a volver a su prédica y enseñanzas. En el fondo, inspira el encuentro con Él para aplicar la virtud de la misericordia.
Después de su elección como el Sumo Pontífice de la Iglesia, en el primer Angelus que celebró dijo: “Al escuchar misericordia, esta palabra cambia todo. Es lo mejor que podemos escuchar: cambia el mundo. Un poco de misericordia hace al mundo menos frío y más justo. Necesitamos comprender bien esta misericordia de Dios, a este Padre misericordioso que tiene tanta paciencia”.
En otra oportunidad, el Papa Francisco expuso: “Estamos viviendo el tiempo de la misericordia. Este es el tiempo de la misericordia. Hay tanta necesidad hoy de misericordia, y es importante que los fieles laicos la vivan y la lleven a los diversos ambientes sociales. ¡Adelante! Cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia”.
En el Año Santo de la Misericordia se les concede a todos los sacerdotes de la Iglesia Católica la facultad de perdonar los pecados mayores, inclusive, para que los fieles que los cometieron se arrepientan y vuelvan a sentirse virtuosos en su hogar religioso, donde espiritualmente deben ser recibidos con los corazones y los brazos abiertos en gesto de misericordia.
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