Pasado el triunfalismo inicial, los científicos han hecho bajar de la nube a los políticos. La mayoría de ellos recalca la enorme brecha entre el objetivo fijado por el Acuerdo de París -"mantener el aumento de las temperaturas por debajo de los 2ºC con respecto a los niveles preindustriales y perseguir los esfuerzos para limitar el aumento a 1,5ºC"- y la falta de una hoja de ruta para la reducción de emisiones de aquí al año 2050.
“FRAUDE Y FARSA”
El rechazo más rotundo al acuerdo alcanzado por 196 países en París ha partido precisamente del pionero en el estudio del cambio climático, James Hansen. "Estamos ante un fraude y una farsa", fue la reacción del exclimatólogo de la NASA y profesor de la Columbia University, el primero en alertar hace tres décadas en el Congreso estadounidense sobre los riesgos del calentamiento global.
“El acuerdo es una excusa que tienen los políticos para poder decir: tenemos una meta de dos grados e intentaremos hacerlo mejor cada cinco años", declaró Hansen a The Guardian. El climatólogo critica el hecho de que no se mencione siquiera por su nombre a “los causantes del problema” y que no se adopten medidas para la urgente descarbonización de la economía: "Mientras los combustibles fósiles sean los más baratos, los vamos a seguir quemando”.
“Estamos ante un acuerdo histórico, pero a la meta ambiciosa de la temperatura le faltan los medios ambiciosos para la mitigación", recalcó por su parte Steffen Kallbekken, director del Centro Internacional de Política del Clima y de la Energía. "Para llegar al objetivo de 1,5ºC, hay que rebajar las emisiones del 70% al 95% a mediados de siglo. Sin estos números duros (que llegaron a figurar en algún borrador inicial) el pacto del clima no manda una señal clara".
METAS INSEGURAS
“El calentamiento causado por las actividades humanas se está acercando ya a un grado y es muy posible que llegue a 1,2ºC en 2030 con la tendencia actual”, advirtió Myles Allen, profesor de Geofísica en la Universidad de Oxford. “Quedarnos en 1,5ºC en 2050 va a ser realmente un reto”. Por su parte, Jan Kelman, del University College de Londres, pone también sobre el tapete la falta de números y compromiso concretos, más allá de la referencia a las temperaturas: “Nada va a ocurrir sustancialmente hasta 2020, y faltan objetivos concretos con un calendario después de esa fecha. Existe además la posibilidad de cambios en las posturas de los gobiernos y de fracasos a la hora de ser ratificados por los parlamentos, en especial el Congreso norteamericano”.
“Los recortes anunciados por los países son todavía insuficientes", recalcó por su parte Corinne Le Quéré, al frente del Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático, en el momento de recordar cómo los compromisos asumidos en la cumbre de París nos proyectaban a un escenario de 2,7ºC, muy por encima de lo que los científicos consideran el punto crítico. "Pero al menos el acuerdo manda un poderoso mensaje a las empresas, a los inversores y a las ciudades”.
Dentro del movimiento ecologista, el Acuerdo de París ha provocado divisiones. En España, Amigos de la Tierra y Ecologistas en Acción coincidieron en expresar su "decepción" por la falta de compromisos reales en el texto final. “Los objetivos no son suficientemente ambiciosos”, reconoció por su parte Kumi Naidoo, director internacional de Greenpeace. “Pero el acuerdo pone al menos a la industria en los combustibles fósiles en el lado equivocado de la historia. (elmundo.es)
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