La noticia de perfil
Mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo, la periodista cochabambina que se encarga de salpimentar esta columna a la que yo pretendo imprimir un fondo de seriedad en medio de tanto “hualaycherío” que impera en nuestro país, jamás ocultó su orgullo de alternar en los pasillos y oficinas con personajes importantes que vanidosamente creen ser descendientes de la reina de Saba y descendientes del rey Salomón, célebre por su sabiduría y su riqueza.
Sin el ánimo de apagar su vanidad tan humana, le solté uno de mis latinajos preferidos: “vánitas vanitatem, et omnia vánitas”, que quiere decir “vanidad de vanidades y todo es vanidad”, sentencia que asimiló inmediatamente la cholita periodista para situar mejor, o calibrar mejor la realeza de quienes hoy mantienen la supremacía del mando en el Estado Plurinacional, Multilingüe y Folclórico donde vivimos.
Sin mayores preámbulos dije a mi comadre: “Quiero contarle que yo conocí de verdad a un auténtico Príncipe nacido en Vallegrande y que se llamaba Julio Terrazas Sandoval”.
La cholita valluna abrió más aún sus chaskañawis y me manifestó que había escuchado hablar de este personaje en el Palacio Real de la plaza Murillo, aunque se dio cuenta inmediatamente que el Cardenal Terrazas no era muy querido entre los dialogantes palaciegos.
Inmediatamente traté de explicar a mi dependiente periodística, haciéndole conocer que la Asociación Nacional de la Prensa concedió por vez primera el Premio “Libertad” al Cardenal Julio Terrazas, una distinción nacional que se otorga a ciudadanos que defienden ese preciado don divino y humano.
La cholita preguntona me pidió que le explicase la razón por la cual yo sostenía que el Cardenal Julio Terrazas, nacido en Vallegrande, era un Príncipe, explicándole que nuestra Santa Madre Iglesia es gobernada por el Papa, pero quienes eligen a éste son los cardenales, quienes por ese alto honor reciben el noble título de Príncipes de la Iglesia.
La humilde cholita cochabambina nacida en Quillacollo se santiguó y me dijo humildemente que el Cardenal Julio Terrazas Sandoval era un auténtico Príncipe, defensor de nuestra Libertad, mientras que los varios reyezuelos que conoce en medio de sus quehaceres periodísticos son reyezuelos de pacotilla, con excepción de Evo que sigue siendo su ídolo, lo cual no le impedirá invocar con devoción al insigne Cardenal vallegrandino, cuyos restos reposan en un altar de la Catedral de Santa Cruz.
Descanse en paz mi único amigo Príncipe de verdad.
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