Juan Marcelo Columba Fernández
La ceremonia de inauguración de la XXI Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21) realizada en París el 30 de noviembre de 2015 constituyó el escenario en el cual 150 jefes de estado y de gobierno manifestaron sus posturas y perspectivas para alcanzar un acuerdo mundial sobre el calentamiento global. Un sucinto examen de la frecuencia léxica en los discursos sudamericanos revela singulares omisiones y permite identificar ciertas particularidades temáticas que caracterizaron las intervenciones inaugurales en la cumbre climática.
Una primera omisión percibida al comparar las alocuciones sudamericanas remite a los nombres propios de los países. A diferencia de los dirigentes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú, el mandatario boliviano no menciona el nombre de su país en su alocución. La mención del nombre propio en el caso de los otros países no resulta banal, pues, además de describir una situación climática nacional en el contexto global, señala numerosas acciones puntuales y obligaciones asumidas a favor de la preservación del medio ambiente -aspectos que no forman parte de los contenidos centrales en el discurso boliviano.
En relación con el vocabulario que refiere a la toma de responsabilidades es posible advertir, en los discursos de los mandatarios de Bolivia y Ecuador, una segunda serie de ausencias compuesta por la familia léxica del sustantivo “compromiso”, el verbo “comprometer” y el adjetivo derivado “comprometido”. Un otro vocablo anómico, es decir, que no es nombrado en los discursos boliviano y ecuatoriano es el término “acuerdo”. Reenviando a la búsqueda de consensos, la actualización de dicha palabra en las alocuciones de las otras naciones sudamericanas refiere a la voluntad de lograr un convenio nuevo, justo, ambicioso, vinculante, dinámico, diferenciado, equitativo y operativo como resultado de la cumbre climática -algunos de estos adjetivos fueron retomados posteriormente por el mandatario boliviano en una conferencia de prensa.
Si bien las particularidades temáticas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú gravitan en torno a la naturaleza de los “compromisos” y “acuerdos”, los discursos de Bolivia y Ecuador insisten en un vocabulario que evoca recurrentemente la “tierra” y el “capitalismo” en el caso del primer país, y la “naturaleza” y el “consumo” en el caso del segundo. El discurso boliviano plantea una versión personificada de la tierra: una madre en peligro, amenazada por la representación espectral de un capitalismo devastador. Por su parte, el discurso ecuatoriano evoca una imagen jurídica de la naturaleza como sujeto de derechos y, paralelamente, la representa como un bien de consumo escaso.
Las ausencias y presencias léxicas constatadas revelan un alejamiento temático entre dos grupos de países. La recurrencia de un discurso ambientalista que condena el capitalismo y el consumo en detrimento de la naturaleza aproxima los discursos ecuatoriano y boliviano, sin embargo, esta misma singularidad los separa del resto de las alocuciones de los países sudamericanos, estas últimas centradas en la necesidad de un acuerdo pragmático y el establecimiento de compromisos específicos en la conferencia climática. En lo correspondiente al caso boliviano, un examen más amplio podría dilucidar si la personificación de la tierra y la ausencia de referencias concretas en los discursos ambientalistas corresponden a una estrategia verbal de pretensiones universalizantes ante un auditorio internacional.
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