Cuando se planea ser protagonista en una consulta ciudadana, no se puede aspirar a tener preferencias en el tiempo que prevé el Tribunal Supremo Electoral para la publicidad proselitista. Pretender obtener ventajas en este sentido conspira contra el equilibro e independencia con que debe actuar este organismo en las consultas ciudadanas.
Se entiende o, por lo menos, debiera pensarse que el TSE, al tomar decisiones en materia de cronogramas y fijar tiempos límites para el tema que nos ocupa, está actuando en función de las realidades.
Extrañamente, la candidatura oficialista, que pretende la tercera reelección, cuestiona el límite de 15 minutos para difundir en los medios la propaganda proselitista. Entonces, está fuera de los cánones regulares de toda campaña proselitista.
Aquí y en el mundo entero, cuando se está en este trance, los aspirantes a someterse a la consulta de los electores tienen suficiente tiempo para difundir su campaña proselitista en un cuarto de hora. Salvo alguna que otra excepción, que no faltan en las contiendas de electorales, tienen tiempo suficiente con los 15 minutos otorgados por el TSE para difundir su publicidad. En última instancia, depende de su competencia para acomodarse a ese lapso.
La contrariedad por el tiempo publicitario fijado para su campaña emergió del oficialismo. Interpuso un recurso ante el TSE afirmando que se le aplica “restricción a la transmisión de actos públicos sobre entrega de obras más allá de los 15 minutos”.
Se advierte en este cuestionamiento una ilegalidad. El oficialismo unifica la propaganda política para el referéndum de 21 de febrero con la entrega de obras oficiales, financiadas, además, con los ingresos y tributos del Estado, última instancia de los ciudadanos.
Sorprende que se incurra en semejante error, por no decir exceso en la utilización de obras realizadas con dineros fiscales para la publicidad de la campaña oficialista a favor de la tercera reelección presidencial de Evo Morales.
Es obvio que todo gobierno entregue obras con dineros fiscales de su gestión gubernamental, pero de ahí a presentarlas como parte de su campaña proselitista para un referéndum es tomar una ventaja vergonzante en la contienda de febrero, aparte de ser un abuso y una abierta diferencia con las modestas posibilidades que tienen los candidatos independientes para efectuar sus campañas proselitistas.
Cuando se va a una lid de esta índole, tiene que prevalecer la honestidad y el equilibrio con las demás postulaciones. Tomar ventaja, como está haciendo el oficialismo y peor todavía tener la soltura -por no decir impavidez- de reclamar que solo se le da 15 minutos para su campaña proselitista, para presentar como parte de ellas la entrega de obras públicas, es una demostración impresionante de indecencia, además de la carencia para ofrecer otras propuestas que justifiquen su aspiración a una tercera reelección. Por lo demás, el Papa Francisco ha expresado que la perpetuación en el poder es una dictadura.
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