RELACIONES SOCIALES
Georgette E. Bretel de Aliaga
El éxito de las relaciones sociales, depende de la educación que se muestre frente a otras personas y de la manera de tratar y hablar con quienes interactuamos.
El arte de conversar no consiste únicamente en expresarse, sino también en saber escuchar.
Por lo general, las palabras que se dicen al iniciar una conversación, son suficientes para causar una primera impresión, que puede ser buena o mala y dependerá de ello para que la relación sea exitosa. Un ejemplo de ello es cuando tenemos una entrevista de trabajo.
Uno de los factores que hace que las relaciones sociales no siempre sean buenas, es el uso y abuso de la mal llamada “sinceridad”, pues bajo este argumento, se justifica lo bien o mal que se expresa de una determinada persona que por lo general no está presente para defenderse.
Por lo tanto, la supuesta “sinceridad” no es otra cosa que una forma de mala educación, disfrazada de sentimientos elevados.
El modo de hablar es algo tan delicado, que solo basta oír a una persona para conocer el nivel de educación que tiene.
Lo recomendable es tener un justo término medio, vale decir; no hablar tanto que nos hagamos pesados y nos tomen por vanidosos o charlatanes al demostrar que tenemos una exagerada impaciencia por tomar y mantener la palabra, pero tampoco es bueno enmudecer, pues también corremos el riesgo de parecer personas poco comunicativas, tímidas e incluso antisociales.
Decir cosas desagradables no es bueno, aunque éstas sean verdad o estén justificadas e incluso fundamentadas, es mucho mejor encontrar los términos adecuados, dosificarlos de alguna manera para suavizar nuestras opiniones antes de hablar, “vale más detener a tiempo una mala opinión que perder una buena amistad”.
Una conversación amena es aquella donde pueden intervenir todos los interlocutores, aquella donde no hay alguien que trata de sobresalir acaparando la conversación sin dejar hablar a los demás.
La conversación debe ser siempre general, hacer apartes en la mesa o en la sala o simplemente hablar en secreto con otra persona, solo demuestra una pésima educación.
Aunque podamos ostentar una cultura excepcional, debemos evitar hablar tanto de lo que conocemos, poniendo de manifiesto la inferioridad cultural de los demás, hacerlo resultaría una pedantería imperdonable, a las personas se las conoce por sus hechos y estos se demuestran con el tiempo y no con una conversación que puede resultar banal e incluso aburrida.
También es mala educación hablar con una persona sin mirarla de frente, siempre debemos mostrar que toda nuestra atención está en ella, por otra parte, al hacerlo transmitimos respeto y, sobre todo, franqueza.
Sin embargo hay que tener cuidado en colocar a nuestro interlocutor demasiado cerca ya que también se puede ofender con el aliento.
Tampoco está bien mirar a una persona de arriba hacia abajo, puede resultar muy incómodo e incluso ofensivo.
Se debe evitar hablar de uno mismo, a menos que nos pregunten, contestando con discreción y brevemente. Lo mejor es instar a las personas a que nos hablen de sus cosas, interesarnos por ellas pero sin exagerar hasta el extremo de mostrar una curiosidad impertinente, todo tiene un límite.
No se debe interrumpir a la persona que está hablando, ni aun en el caso de que se haya equivocado en un dato, una fecha, o que haya olvidado una determinada palabra, hasta que ella misma solicite ayuda.
Para despedirse, se debe esperar a que la persona termine de hablar, interrumpir una charla suele calificarse como falta de educación.
Desde luego, estos son solo algunos de los muchos consejos que se pueden dar, pero nuestra inteligencia e intuición nos guiarán para no equivocarnos y siempre anteponer nuestra buena educación ante cualquier eventualidad.
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