La ola de violencia traducida en asaltos, crímenes, atentados contra las mujeres alarma a las poblaciones citadinas, sin que alguien ponga remedio al grave problema. Los organismos de seguridad solo atinan a presentarse en los lugares de los hechos y recoger víctimas, lo que es lamentable por cierto, porque no se debería mirar de balcón acontecimientos de cada vez mayor violencia.
Años atrás, este tipo de delitos no proliferaba, pero ahora corroe los diferentes estratos de la sociedad boliviana, afectando nuestra vida cotidiana.
Es indudable que la delincuencia crece por muchas causas, como la pobreza y el deterioro de la economía de nuestro país, que día a día se agudiza, ocasionando numerosas necesidades, que al no ser atendidas se convierten en una pesada carga para diversas familias. Por ello, grupos de jóvenes optan por formar pandillas, para tratar de cubrir exigencias de diverso tipo. La situación económica difícil del país, que se traduce en falta de empleos, repercute en gente joven, causándole desesperanza y sentimiento de abandono, pues al no tener suficientes recursos se desahoga atacando a otras personas, sin respetar la dignidad humana. Para hacer frente a las pandillas está la Policía Nacional, que tiene un soporte económico para esa tarea.
Pero la intromisión de la política perjudica la labor policial, aunque la institución verde olivo no la necesita, porque es una dependencia del Estado y se rige por normas y estatutos, que constituyen el alma mater de la institución dedicada a la defensa de la sociedad de la cual es parte.
Por ello, los ascensos deben ser por mérito propio y no por el favor político y lo mismo debe suceder en las Fuerzas Armadas, institución forjada con la tuición de los libertadores Simón Bolívar y Antonio José de Sucre. La Policía Nacional y las FFAA son instituciones llamadas a brindar garantías a los bolivianos en momentos de inestabilidad política. Ojalá con el tiempo se unifiquen los criterios para tener una Patria fortalecida.
Asaltos, crímenes y otros hechos de violencia deben ser combatidos sin cuartel, así lo exige la sociedad boliviana. En ese sentido, un problema interno es que algunos de la tropa policial tienen antecedentes dudosos, particularmente cuando actúan contra los delincuentes. Y es que constantemente la ciudadanía denuncia que algunos de ellos actúan en complicidad con gente del hampa. Lo peor es que se denuncia que personas que habrían estado en cárceles por influencias ingresan a la tropa policial.
Por otra parte, se debe hacer notar que los sueldos de los efectivos policiales son bajos, lo que obliga a muchos de ellos a conseguir otras fuentes de ingresos. Por ello el alto mando policial debería buscar la forma de aumentar haberes y anular los vínculos con delincuentes, en caso contrario no habrá garantías para el desenvolvimiento normal de las actividades de la ciudadanía.
Se requiere combatir a la delincuencia con una nueva mentalidad, para dar seguridad a la ciudadanía, en especial a las mujeres que son víctimas de extrema violencia, pese a las leyes aprobadas a su favor. Los ciudadanos andan por las calles con temor y recelo, por el aumento del crimen y la violencia.
El autor es Profesor Emérito y ex Decano de Odontología UMSA.
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