El presidente de EEUU, Barack Obama, terminó ayer su visita a Argentina entre críticas en Estados Unidos por no haber suspendido el viaje tras los atentados del Estado Islámico en Bruselas. Acompañado por la primera dama, Michelle, sus hijas, Sasha y Malia, y su suegra, Marian Robinson, Obama pasó unas horas en Bariloche, la pequeña población entre montañas nevadas y lagos traslúcidos en el sur del país. A Obama se le reprocha que haya asistido a un partido de béisbol en Cuba, unas horas después de los atentados del martes.
La última etapa del viaje argentino y latinoamericano, que comenzó el domingo en Cuba, fue una visita privada a uno de los parajes más pintorescos de Argentina, Bariloche.
El presidente estadounidense y su familia pasaron el día en Bariloche, donde pasearon y navegaron por el lago del parque patagónico Nahuel Huapi en una visita privada previa a su regreso a su país, llegaron a las 14.22 hora local (17.22 GMT) en un Boeing 757-200, perteneciente a la flota presidencial de EEUU, que había partido dos horas antes desde el aeropuerto internacional de Ezeiza, a las afueras de Buenos Aires.
Una hora antes también llegó a Bariloche el presidente argentino, Mauricio Macri, acompañado por su esposa, Juliana Awada, y la pequeña hija de ambos, Antonia.
La familia Obama aprovechó el clima del otoño austral y un entorno natural privilegiado para pasear por los jardines de Llao Llao, el hotel de lujo donde se hospedó, que está situado a unos 25 kilómetros del centro de Bariloche y que ya recibió a otros presidentes estadounidenses, como Bill Clinton, Jimmy Carter y Dwight Eisenhower.
En Bariloche no jugó al golf, una de sus pasiones, como hizo Bill Clinton en 1997. Después de la visita, los Obama debían volar a Buenos Aires y, desde allí, despegar a medianoche hacia Washington en el Air Force One. (EFE y EL PAÍS de España)
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