Algunas edificaciones de la capital se caen a pedazos
• Quejas porque los materiales para refacción de casas son más caros que en cualquier país.
“No es fácil” es una de las frases que mejor sintetiza el sentir de los cubanos ante las dificultades que muchos sufren cada día.
La usan para describir sus problemas económicos o para explicar por qué no pueden pintar o hacer arreglos en sus casas desde hace décadas.
La usan cuando no pueden aprobar una materia en la universidad o cuando deben hacer filas de más de una hora para recibir la ración de pollo que les toca al mes o subirse a una guagua (autobús).
DIFICULTADES
Sólo los cubanos saben bien cuáles son las dificultades de vivir en Cuba y por eso llevan décadas repitiendo esta frase. No como una excusa, sino como una explicación.
Y fueron precisamente estas dos palabras las que más escuchó BBC Mundo en un recorrido por las descuidadas calles de los barrios de Centro Habana y La Habana Vieja.
Esas calles por las que no pasó el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en su visita a la isla.
BBC Mundo recorrió algunas calles que estuvieron fuera del recorrido oficial para conocer cómo viven los cubanos.
A menos de 200 metros de la Catedral de La Habana que Obama conoció minutos después de aterrizar en la isla, venden pizzas.
“Ofrecemos también pan con bistec, pan con lechón (cerdo), refrescos de lata, jugos, batidoÂ…“, relata José Castillo, el dueño de “la paladar”, que es como le dicen a los restaurantes privados en Cuba.
Castillo vio cómo durante toda la semana anterior ejércitos de obreros, albañiles y personal de limpieza “maquillaron” los alrededores del principal templo de la Iglesia católica de la capital cubana. Pero a él y a su paladar “no le tocó pintura”.
“Todas las calles están rotas. Las están reparando y todo parece destruido por eso. Es muy difícil y bastante caro para nosotros conseguir material. Han priorizado reparar algunas cosas, la zona del Capitolio, el Gran Teatro”, cuenta el cocinero.
ESPERANZA
Cuando BBC Mundo visitó a José Castillo, él preparaba la masa que después se convertiría en el pan para los sándwiches que allí se ofrecen.
Dos carteles de madera artesanales anuncian la oferta del restaurante ubicado en la calle Tejadillo, de La Habana Vieja.
“Cuba está igual que siempre. Con sus altas y sus bajas. Esperemos que la visita de Obama sea para mejoría del pueblo y no para la mejoría del Gobierno”, opina Castillo de la llegada del presidente de Estados Unidos.
Castillo se convirtió en uno más del medio millón de personas que optaron por volverse “cuentapropistas” o trabajadores independientes, de acuerdo a las cifras del ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
“Se está viviendo bastante difícil. El costo es muy elevado de todo. El cubano tiene un salario medio de 10 CUC (equivalente al dólar). Imagínate eso”, dice.
En 2010, el presidente cubano, Raúl Castro, anunció una flexibilización laboral que permitió a los cubanos iniciar negocios privados pagando una elevada tasa impositiva al Estado.
“NO ES FÁCIL”
Yurquis Pérez vende cafés en Centro Habana. “Estamos contentos por la llegada de Obama. Los cubanos nos estamos matando por verlo, pero no nos dejan. Hay mucha seguridad”, cuenta la madre de dos hijos a BBC Mundo.
La casa donde Yurquis vive no se ha reparado en más de 20 años. Allí ella ofrece sus fuertes cafés cubanos en pequeñas tazas de cerámica.
Ella dice que, como a la mayoría de los cubanos, no le alcanza para comprar los materiales de construcción para hacer mantenimiento a su casa.
“No está mala la cosa, pero no está buena tampoco. No es fácil, pero por lo menos no tenemos hambre. Sí tenemos que luchar mucho. Por ejemplo yo y muchos que somos pobres tenemos que luchar mucho”, dice ella.
Pérez está orgullosa de su casa, que “es muy grande”, pero sabe que no le alcanza para mejorarla.
“Mira la puerta mía. La puerta se me está cayendo, está desbaratada. Una vez me dieron algo para una refacción, pero no me alcanzó para nada”, relata. La casa de Yurquis en Centro Habana no es la excepción.
De hecho varias casas en la misma calle no tienen marcos en las ventanas, la pintura casi no se distingue en las paredes y las rejas están oxidadas.
El domingo, el presidente de EEUU pasó apenas a unas cuadras de la casa de Yurquis Pérez.
Fue después de la visita a la Catedral habanera, cuando los Obama hicieron un alto en su paseo por la capital cubana para comer en una famosa paladar llamada San Cristóbal.
El mandatario estadounidense pudo ver en esa zona casas como las de Yurquis Pérez, desde donde la gente lo saludó entusiasta y con cariño.
“LO QUE SOY ES CUBANO”
Más optimista que José Castillo y Yurquis Pérez es José Sarmiento, quien trabaja en una cafetería de Centro Habana.
“Obama tiene que ver que La Habana es una ciudad segura donde vivimos bien y con tranquilidad. Él está viendo que somos un país libre y soberano. Su impresión tiene que ser muy positiva”, afirma Sarmiento.
Cuando conversa con BBC Mundo, el cubano de más de 60 años cita leyes del materialismo dialéctico marxista para explicar por qué se debe levantar el embargo de Estados Unidos a Cuba.
La cafetería luce descuidada y la oferta no es mucha, pero Sarmiento prefiere no reparar en ello, sino celebrar los logros del sistema socialista cubano.
“Tuve los estudios gratuitos y tengo la salud gratuita. No me puedo quejar. Mi vida es formidable, como usted me ve”, asegura.
Y cuando BBC Mundo le consulta si él es miembro del Partido Comunista se limita a decir: “Lo que yo soy es cubano”.
FIN DEL RECORRIDO
En un taxi hacia el céntrico barrio del Vedado, el chofer reniega por las calles que fueron cerradas y por el caos vehicular que se formó en La Habana Vieja.
“¿Yo qué voy a ganar con todo esto? Sólo me complica todo y al final de todo nadie me va a dar ni ‘un medio’”, dice Maikel y usa otro término que usan los cubanos para llamar al dinero.
El también repite lo que escuchamos desde el principio de la caminata.
Y es que entre el embargo y las dificultades propias del sistema cubano, hay barrios de La Habana que parecen envejecer ante la mirada pasiva de casi todos ya durante décadas.
El domingo, Barack Obama estuvo acompañado por el historiador y restaurador oficial de La Habana, Eusebio Leal.
En una entrevista al periódico español Público de enero de este año, expresó su optimismo y dolor por las calles de la capital cubana.
“La Habana seguirá siendo la más bella. Tan es así que cuando pones la mano en un edificio, en donde quiera que lo hagas, se levanta y vive. La decadencia desaparece, el velo se rompe y aparece la ciudad bella. Lloro cuando algo se cae, me duele el descuido”.
Leal dice que los materiales para restaurar los barrios en Cuba cuestan el triple que en cualquier otro país. Su misión parece titánica.
Como José, Yurquis o Maikel, es probable que él también a veces se diga que “no es fácil”. (BBC Mundo)
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