El pasado 21 de marzo Twitter cumplió nada menos que una década junto a los ciber usuarios de todo el mundo. Este servicio destaca por su particular sistema de los ciento cuarenta caracteres. Diez años después, la plataforma de microblogging acumula más de 320 millones de usuarios en todo el mundo y presume de contar con la presencia de las máximas celebridades del momento. Katy Perry, que supera los 84 millones de seguidores o Justin Bieber, con 77,4 millones, son algunos ejemplos. Pero todo este e´xito viene acompañado de algunos tragos amargos como los numerosos retos y a una profunda crisis de identidad. Recordemos algunos de sus mejores y peores momentos.
Un 21 de marzo de 2006 fue cuando el nombre de Twitter resonó en la red por primera vez. Por aquel entonces Barack Obama no era todavía un personaje conocido, no existía el iPhone.
Cuando nació Twitter nadie tenía constancia del impacto mediático que tendría el servicio en el mundo y de lo que supondría para la historia de Internet. El primer tuit de Jack Dorsey, cofundador de Twitter, fue: “@jack: Just setting up my twttr” (poniendo en marcha mi Twitter). No podía imaginar como la plataforma iba a influir en la comunicación global a base de textos limitados de 140 caracteres como máximo. En la actualidad, el servicio de microblogging cuenta con un número de seguidores activos relativamente corto: unos 320 millones. Está claro que existe una gran diferencia con respecto a su rival Facebook que cuenta con 1.600 millones de usuarios. En cualquier caso, Twitter tiene una influencia destacada y un impacto inmediato en los principales acontecimientos mundiales.
Pese a ser uno de los medios que nos informan al instante de todo lo que sucede en el mundo, los expertos aseguran que su crecimiento es plano.
Parte de culpa la tiene Facebook, pero también el hecho de haberse tomado decisiones que no han sido las más acertadas. Para Iván Rodríguez, director de operaciones de la firma de análisis Pirendo, el gran problema de Twitter es que solo se ha pensado en ganar dinero y se ha ido dando de lado al usuario. Y es que, desde su salida a bolsa en 2013, la plataforma social parece más preocupada en contentar a sus accionistas que en seguir innovando para sus usuarios.
Tampoco hay que pasar por alto el hecho de que se trata de una herramienta de comunicación multidireccional. Es decir, el hecho de que se creen infinidad de cuentas de forma permanente da lugar a un cierto descontrol. Ni qué hablar del activismo, que ha sido otra constante para dotarle de negativismo, sin mencionar los problemas relacionados con el ámbito legal. Cualquier tuitero puede cometer ciertos delitos: amenazas, injurias, revelación de secretos, calumnias o ciberacoso.
Muchos no le perdonarán el despido de Dick Costolo, que no anticiparan la era de la mensajería, su salida a Bolsa demasiado pronto, los temibles trolls o la terrible falta de visión. A día de hoy, como decimos, Twitter se mantiene a flote. Quizá ahora sea el mejor momento de pasar a otras manos. El nombramiento de Dorsey como CEO permanente de la plataforma y el bache para atraer a nuevos usuarios han disparado los rumores de venta. Compañías como Google, Microsoft o incluso Facebook podrían abrir la billetera para controlar la compañía. Tal vez sea lo más inteligente. Su valoración se ha desplomado a los 11.000 millones de dólares, menos que los 16.000 millones de Spnachat.
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