Juan Marcelo Columba Fernández
Las alocuciones de los jefes de Estado bolivianos en el Día del Mar, a lo largo de varias décadas, han logrado instituirse como eventos verbales centrales en una singular semiótica de reivindicación nacional. Durante los últimos años, resulta posible evidenciar, cuantitativa y empíricamente, una presencia léxica cada vez más importante de la Corte Internacional de Justicia de la Haya (CIJ) en las alocuciones presidenciales.
A partir del anuncio de formalización de una demanda internacional ante los tribunales de La Haya, en 2013, se ha multiplicado significativamente la frecuencia de aparición del sustantivo “Corte” en estos discursos -vocablo que reenvía al nombre propio del tribunal internacional. Dicha presencia va desde la única aparición de esta forma en 2013 hasta las catorce actualizaciones en 2016.
Esta progresiva y constante referencia en las alocuciones reivindicativas bolivianas es acompañada de laudatorias representaciones de la instancia jurídica internacional. Por una parte, los discursos presidenciales caracterizan la CIJ como una instancia auxiliadora, pacífica y receptiva que puede acoger la solicitud boliviana y, por otra, la conciben como una entidad solvente y sobre todo competente para resolver, de manera justa e independiente, la demanda en cuestión.
Dicha representación discursiva puede evidenciarse en segmentos como: “[…] saludamos la determinación asumida por unanimidad por la Asamblea Legislativa Plurinacional de allanar el camino para acudir a la Corte Internacional de Justicia” (2013); “[…] reafirmando con mayor responsabilidad la demanda boliviana ante la Corte Internacional de Justicia como un escenario pacífico y efectivo establecido por la comunidad internacional para restituir los derechos históricos de los pueblos” (2014); […] la Corte Internacional de Justicia, en ejercicio de su competencia sabrá resolver pacíficamente la controversia […] acudimos y confiamos en ella, en su independencia, en su espíritu de justicia” (2015); o bien, “[…] la Corte Internacional de Justicia se declaró plenamente competente para conocer la causa boliviana […] todos los jueces aceptaron la competencia de la Corte” (2016).
La progresiva caracterización encomiástica de la CIJ coincide con el proceso de admisión de la demanda boliviana en los tribunales internacionales en septiembre de 2015, pero también concuerda con una construcción discursiva de la certeza en torno a una futura decisión de la Haya. Al respecto, una profundización del estudio de los modos verbales (subjuntivo e indicativo) en las alocuciones podría brindar mayores luces sobre los contrastes entre enunciados del tipo “que la Corte reconozca y declare que Chile tiene la obligación de negociar con Bolivia” (2015) y “la Corte reconocerá la obligación asumida por Chile de negociar con Bolivia un acceso soberano al océano Pacífico” (2016) que expresan una menor o mayor seguridad del locutor sobre los fallos del principal órgano jurídico de la Naciones Unidas.
El autor es lingüista.
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