El referéndum que se llevó a cabo en el Reino Unido, el día jueves 23 de junio recién pasado, para decidir su permanencia, o no, como miembro de la Unión Europea, que está conformado por 28 países miembros, ha dado un resultado a favor de su salida con un 52 por ciento de los votos contra un 48 por ciento que votó por su permanencia. Este resultado sacudió negativamente a la economía y a los mercados financieros mundiales, preanunciado, con ello, que este hecho es negativamente trascendental.
Aunque numéricamente el resultado del referéndum es claro, políticamente es muy negativo, ya que señala que ese gran país está dividido en dos bloques completamente opuestos en relación con algo fundamental, en relación con el camino a seguir en el futuro. Unos que lo ven promisorio fuera de la Unión Europea y otros lo contrario. Hay que destacar que el Reino Unido ocupa el quinto lugar en la producción mundial; el segundo, si nos referimos sólo a la Unión Europea, con una participación del 17 por ciento de la producción. El Reino Unido ocupa un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y que está constituido por cinco países con esta misma categoría.
Lo señalado se complica aún más si recordamos que el Reino Unido está conformado por cuatro Estados y que son: Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, por lo que es un Estado Confederado, lo que se refleja en su parlamento (Cámara de los Lores y Cámara de los Comunes) compuesto, precisamente, por legisladores que representan a sus cuatro Estados, cuyos resultados electorales fueron dispares. En dos se impuso la preferencia por la salida y en los otros dos lo contrario.
En Inglaterra y en Gales ganó la opción de la salida con un porcentaje aproximado -en ambos- del 53%. En cambio, tanto en Escocia como en Irlanda del Norte el resultado fue distinto, ganó la opción de permanencia con un porcentaje del 62% en Escocia y del 56% en Irlanda. En términos políticos este Estado Confederado está divido en dos.
El hecho es más grave si se toma en cuenta que hace dos años Escocia llevó a cabo un referéndum para mantenerse en el Reino Unido, el cual salió favorable, pero hoy día esto puede cambiar, porque se han alzado voces que quieren que se vuelva a realizar un referéndum en Escocia. En Irlanda se está planteando pasar a ser parte de la República de Irlanda, que es miembro de la Unión. Esto significa que les conviene a dichos Estados mantenerse dentro de la Unión.
Según sondeos realizados con respecto a este referéndum se concluye que el 73% de los votos a favor de quedarse en la Unión correspondió a jóvenes entre 18 y 24 años, mientras los mayores de 65 años votaron sólo en un 40% por permanecer. Hay indicios de que la abstención de votación fue mayor en los jóvenes que en los mayores, lo cual da como resultados que los mayores que “ya no tienen futuro” votaron en contra de los que sí tienen futuro y que son los jóvenes.
Otro pequeño hecho, pero con significación política, es lo acontecido en Gibraltar, una pequeña isla británica al sur de España con una población del orden de los 30 mil habitantes donde el voto por mantenerse en la Unión alcanzó el 96%, y cuya economía es completamente dependiente de sus relaciones comerciales con España y, por tanto, con la Unión Europea, lo que puede traducirse en la intención de Gibraltar de separarse del Reino Unido.
El proyecto de la conformación de la Unión Europea es una respuesta civilizatoria de la humanidad después de la destructiva 2da Guerra Mundial, vanguardizada por quienes se dieron cuenta que las economías nacionales tenían futuro sólo si integraban sus actividades económicas basadas en las cuatro libertades económicas de circulación y que son: Libertad de bienes, de servicios, del capital y del trabajo, siendo, por tanto, una condición para ser miembro de la Unión el adherirse al sistema económico de mercado libre y competitivo. A esto también se denomina mercado común. Esta adhesión implica la eliminación de las aduanas entre los países miembros y, por tanto, la eliminación de los aranceles y de toda barrera paraarancelaria, haciendo realidad el libre comercio al interior de la Unión, como sucede dominantemente al interior de los países.
La Unión Europea, que hoy se conoce, se conformó paulatinamente. Fueron seis los países que iniciaron el proyecto. El mensaje para el mundo era que los continentes debían concentrarse en la integración creando mercados comunes, para finalmente hacer realidad el mercado libre y competitivo a nivel mundial.
¿Por qué este gran proyecto está comenzando a sufrir intentos de retornar al pasado, a las economías nacionales cerradas? La respuesta está en que la competencia no gusta a los trabajadores, tampoco a las empresas. Un mercado común incentiva la migración de países donde los salarios son bajos a países donde se puede obtener mejores salarios, generando competencia y descontento en éstos últimos, como es el caso del Reino Unido. La otra razón es que la Unión Europea se burocratizó demasiado, debiendo financiar a muchas instituciones públicas ineficientes, cuando la región ya se encuentra asfixiada por los enormes impuestos que aplica a su población, que son insuficientes para financiar su enorme gasto público, por lo cual hoy es considerada una región del alto endeudamiento público.
La canciller Merkel de Alemania muy bien caracterizó el problema europeo ya en marzo del año 2013, cuando sentenció: “Si Europa constituye hoy poco más que el 7% de la población mundial, produce un 25% del PIB global (hoy se ha reducido al 23%) y debe financiar un 50% del gasto social global, es obvio que tendrá que trabajar muy duro para mantener su prosperidad y estilo de vida”.
El autor es Profesor Emérito de la UMSA y expresidente del Banco Central de Bolivia.
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