En pasados días la ciudad de La Paz fue colapsada con marchas, paros de protesta y bloqueos. Los sectores que aglutina la Central Obrera Boliviana (COB), fabriles, trabajadores de la empresa Enatex, gremiales, maestros, discapacitados, etc., fueron quienes, utilizando cachorros de dinamita, permitido por el DS 2.754, marcharon y bloquearon las principales calles de la urbe obstaculizando el tránsito en el centro paceño. Diariamente se registraron, por lo menos, cuatro a cinco marchas de protesta y lo más irónico fue que, al mismo tiempo, también hubo “festivales folclóricos”, lo que hizo más conflictiva la situación.
Como si esto fuera poco, a principios de la semana pasada los transportistas del sector público, haciendo uso de su fuerza, se adueñaron de calles, avenidas y plazas, bloqueándolas y no permitiendo el paso de vehículos, ni siquiera ambulancias de emergencia. Esos choferes convirtieron las calles en espacios de diversión con música, puestos de venta de comida y bebidas alcohólicas y lo peor fue que también las transformaron en mingitorios al aire libre; también cometieron actos vandálicos con agresiones y atropellos a transeúntes, obligándolos a hacer largas caminatas para llegar a sus destinos. Esta ciudad parecía no tener autoridades ni ley, porque se atentaba contra el derecho al libre tránsito, garantizado por la Carta Magna; actos que fueron rechazados y repudiados por la población paceña.
Esta situación tan anómala y perjudicial para los habitantes y estantes de esta “maravillosa ciudad” no debe continuar por más tiempo, porque paraliza las actividades productivas y comerciales, perdiendo el país y también todos los que apostaron a establecer fábricas o empresas productivas, y que aportan a la economía del Estado boliviano. Como consecuencia de esos hechos, muchas fábricas o empresas productivas cerraron sus puertas, quedando al borde de la quiebra; y seguramente, en un futuro muy cercano, ellos engrosarán las filas del “comercio informal”.
Sin embargo, estos conflictos han revelado la falta de capacidad de diálogo de las autoridades a quienes compete la responsabilidad de dar soluciones adecuadas a todos estos conflictos. Aquí cabe preguntar, ¿dónde estuvo la Policía?, ¿dónde el Defensor del Pueblo?, ¿dónde están las organizaciones sociales como Fejuve, Comité Cívico Pro-La Paz y otras organizaciones, dizque defensores de La Paz? Desde hace bastante tiempo esta ciudad viene siendo agredida con bloqueos y atentados dinamiteros por diferentes sectores laborales. Aquí parece no haber ley ni autoridades que pongan coto a estos desmanes. Se puede decir que impera la ley de la selva.
Por todo ello, la ciudadanía paceña, muy cansada de tantas agresiones, pide clamorosamente al Gobierno nacional dar una pronta y definitiva solución a todos estos conflictos, para la tranquilidad del país y de la población paceña, en el mes de su aniversario. ¡La Paz, cuna de la libertad y tumba de tiranos! ¡Viva La Paz!
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