Tania Zapata Ortiz
Cuando escuchamos noticias o vemos imágenes de mujeres que viven en países musulmanes y en especial de aquellas que usan velo, la primera idea que probablemente viene a la mente es que lo usan debido a que son oprimidas por las figuras masculinas de sus familias. Al respecto, les contaré lo que he podido ver y conocer sobre este tema.
El hijab o jiyab es un velo o pañoleta que cubre la cabeza, el cuello y pecho de las mujeres musulmanas, su uso en público y en sus casas ante hombres que no sean sus familiares más cercanos, es obligatorio de acuerdo con preceptos religiosos determinados en el libro sagrado de los musulmanes, el Corán. Sin embargo, el alcance de esta palabra no sólo se restringe a usar un velo que cubra el cabello, sino a la forma recatada de vestir y de comportarse, cuyo objetivo es evitar cualquier daño al honor de la mujer. Según muchas interpretaciones de algunos eruditos del Islam, para precautelar que exista, o al menos reducir, el deseo de los hombres hacia aquellas mujeres que vistan de forma sugerente, cabe mencionar que también existen en su libro normas religiosas que instruyen a los hombres actuar de forma respetuosa hacia las mujeres e incluso determinan bajar la mirada ante la mujer cuando amerite el caso, para evitar tentaciones.
No se debe confundir el jiyab con el niqab que es un velo que cubre todo el rostro excepto los ojos, el cual es usado también ampliamente en los países musulmanes, siendo diferente a la burqa, que es usada en el país asiático de Afganistán, consistente en una prenda de vestir que cubre todo el cuerpo, con una pequeña red alrededor de los ojos. El jiyab en algunos países es legalmente obligatorio como sucede en Arabia Saudita o en Irán (país persa no árabe), o de uso restringido o prohibido en determinados lugares públicos como sucede en Turquía, no obstante de ser país con mayoría musulmana.
En el caso de Egipto, comenzó a utilizarse ampliamente desde la década de 1970, volviéndose obligatorio socialmente; empero, al no existir determinación legal expresa para utilizarlo hay mujeres musulmanas que no lo usan públicamente, excepto para rezar las cinco oraciones del día. Cuando se conversa sobre este tema con muchas mujeres egipcias, algunas de ellas dicen que lo usan por ser parte de su cultura, muchas por su voluntad y otras por determinación de sus padres cuando alcanzan la pubertad, pero la gran mayoría lo llevan por estar conscientes de lo instruido por su religión.
El uso del jiyab no impide que las mujeres estén a la moda, combinando colores y diferentes prendas de vestir, en muchos casos de las mejores marcas de ropa internacional, o como sucede en Egipto que cuiden de su imagen personal en los innumerables salones de belleza, peluquerías y gimnasios con áreas exclusivas para mujeres.
Es muy difundida la idea de que las mujeres en países musulmanes no pueden conducir automóviles, si bien es cierto que en Arabia Saudita no pueden hacerlo, en Egipto un gran porcentaje de ellas conduce vehículos, e inclusive el año pasado una compañía de taxis exclusivamente con conductoras mujeres comenzó sus actividades en El Cairo. Quizás una de las cosas que sorprende cuando se llega a este país, es ver a mujeres con niqab conduciendo sus automóviles mientras hablan por sus celulares como en cualquier parte del mundo (también experimentan sarcásticas críticas de los hombres por su forma de conducir), o aquellas que usan jiyab y mientras conducen o caminan hablan por su celular que está ingeniosamente colocado en su oreja, sostenido por la tela de la pañoleta sin necesidad de usar altavoz o el dispositivo Bluetooth.
La vida cotidiana de las mujeres que utilizan jiyab o niqab en un país musulmán es como en cualquier parte del mundo, donde su uso no impide que ejerzan sus derechos, pero tampoco impide que sufran de vulneración a los mismos, principalmente por prácticas culturales o interpretaciones radicales o erróneas de su religión.
La autora es abogada boliviana, reside actualmente en El Cairo, Egipto.
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