El rol de las instituciones en la educación vial

La seguridad vial es un proceso integral donde se articula y ejecuta políticas, estrategias, normas, procedimientos y actividades que tienen por finalidad proteger a los usuarios del sistema de tránsito y su medio ambiente, en el marco del respeto a sus derechos fundamentales. También incluye la prevención de hechos de tránsito y la minimización de sus efectos, especialmente para la vida y la salud de las personas. También se refiere a las tecnologías empleadas para dicho fin en cualquier medio de transporte terrestre (bus, ómnibus, camión, automóvil, motocicleta, bicicleta y la circulación a pie).

Si prestamos atención a las noticias que publican los medios de comunicación, nos daremos cuenta de la dimensión del flagelo de la inseguridad vial y los daños que ésta genera a cualquier ciudadano, ya sea como usuario de transporte público, privado o como un simple usuario de la vía, sin importar las edades.

Las normas que regulan el tránsito y la responsabilidad de los usuarios de la vía pública son el componente principal en la seguridad vial. Sin una institución estatal que cuente con el apoyo de normas para regular el tránsito y sin la moderación de las conductas humanas (educación), no es posible lograr un óptimo resultado en seguridad vial. Autoridades e instituciones del sector público y privado deben promover y llevar a cabo en forma permanente campañas, programas y cursos sobre seguridad y educación vial, en los que se debe promover:

• El respeto a las normas de circulación para peatones, vehículos y ciclistas.

• La cortesía y precaución en la conducción de vehículos.

• El respeto a los agentes de parada y policías de tránsito.

• El respeto a las personas con capacidades diferentes (discapacidad).

• La prevención de hechos y accidentes de tránsito.

• El uso racional del vehículo particular.

• Conducción a la defensiva y

• Conducción eficiente

También es lógico pensar que el problema de la inseguridad vial conviene atacarlo desde la óptica de la penalización al infractor; es decir, imponiendo sanciones según sea el caso, o en su defecto endureciendo las ya existentes, pero es imperiosa la necesidad de educar permanentemente al usuario de la vía para concientizar al mismo sobre los malos hábitos de su comportamiento, en relación con su condición de conductor, pasajero, peatón o ciclista. De ese modo se aborda la problemática de la inseguridad vial desde su origen.

Las estadísticas muestran un constante reporte de hechos de tránsito de toda índole. Se cuenta los fallecidos, se tabula datos de los lesionados y se precisa los daños materiales, pero no podemos cuantificar cuántos hechos de tránsito se ha evitado gracias a la educación vial impartida en forma oportuna, considerándola como una orientación que llega a la conciencia de la ciudadanía para que proteja su vida y la de los demás.

Es así que la problemática de la inseguridad vial es un tema social que interesa a todos. Refiere el hecho de que las normas deben convertirse en hábitos y actitudes hacia un buen comportamiento vial. Esas normas de tránsito deben ser apreciadas, respetadas y consideradas como un bien social, en pro de la defensa de la vida, por ello es un tema fundamental para la formación integral de niños, adolescentes y jóvenes estudiantes durante su formación educativa.

Estos aspectos deben captar la atención de las autoridades nacionales, departamentales y regionales, quienes deben analizar la imperiosa necesidad de incluir la temática de educación vial dentro del sistema educativo boliviano, más aún cuando nuestro país es el único del cono sur que no cuenta con esta temática dentro de su currículo escolar.

Entonces diremos que: “La educación vial es una competencia social e ineludible que compromete a todos los actores de un país”.

El autor es docente UNIPOL.

borismen55@gmail.com