Divorcio en ciernes

Tras una virtual riña conyugal, poco habitual en el seno de ese connubio entre el gobierno y la COB en estos últimos años, los cochabambinos vivieron tres días de violentos enfrentamientos entre fuerzas policiales y trabajadores fabriles de ese ente matriz, que dejaron un lamentable saldo de heridos y detenidos, y le costaron un ojo de la cara a un oficial.

Este casamiento fundado en una política de subsidios, prebendas y canonjías concedidas alegremente por el gobierno, gracias a los jugosos recursos económicos provenientes del auge de nuestras materias primas, y cuya mengua es ostensible, no podía escapar a esa vieja sentencia que solían repetir nuestras abuelas: “cuando la miseria entra a la casa por la puerta, el amor sale por la ventana”, fue así que, al producirse la caída de los precios en el mercado mundial, el himeneo comenzó a mostrar los primeros síntomas de ruptura.

A pesar del retorno de una tensa calma que no disipa un virtual clima de guerra, el argumento que prima en el conflicto es la abrogación del Decreto Supremo 2765, una norma que determinó el cierre de la Empresa Nacional Enatex que, al decir de los trabajadores, es un decreto similar o peor que el DS 21.060, pues sólo se limita a cambiar la razón social de la empresa y pone en la calle a los trabajadores, “sin siquiera conferirles el honroso título de relocalizados”.

Lo curioso es que bajo la manoseada muletilla de la nacionalización, (de una empresa nacional) el Estado la ha hecho suya invirtiendo 70 millones de dólares, y sustituyendo el mercado del ATPDEA con los EEUU por un liberador y antiimperialista compromiso con el micomandante Chávez, de comprar sus prendas invernales para Cuba, Venezuela y otros paraísos socialistas del Caribe, aventura que fracasó, ya que hasta el propio gobierno tuvo que optar por una medida típicamente neoliberal, con la ayuda de gases y pateaduras incluidas.

La presencia de un ex asesor de la COB y hoy ministro de trabajo que funge de portaestandarte de un empresariado estatal aún no comprende desde ese despacho que, para que esta negociación llegue a buen término, las aguas deben volver a su nivel, es decir: La COB debe defender a los trabajadores y el gobierno dedicarse a su gestión administrativa y no seguir subvencionando empresas deficitarias, como aquella de querer infructuosamente salvar Huanuni, después de haber inyectado miles de millones de dólares. Hoy, con 34 millones, los 5.000 restantes ¿estarán condenados a irse a buscar la vida?

Esta historia nos evoca la reciente pérdida de un amigo y excelente empresario, a quien desde las barras y las mesas de cacho lo criticaban por trabajar mucho y abandonar esas prácticas lúdicas, para ir a engrosar las filas de los millonarios que yacen en el cementerio. Pocos comprendieron que sin su concurso en esta vida, habrían sido miles los “trabajadores” que ahora estarían en su lugar, de no mediar su iniciativa y, en estricto sensu, ¡ese era un verdadero trabajador!, el que debió pertenecer a la COB y no los demagogos que vendieron su alma al gobierno y confunden el negociado con el negocio, el tráfico con el narcotráfico, y están a punto de ocasionar un divorcio en ciernes.