El tiempo y las circunstancias vienen a confirmar que frente a la supuesta situación deficitaria de Ametex, correspondía el cierre definitivo. El Gobierno no lo hizo y más pronto que tarde surgieron problemas insolubles. Una de las razones fue, sin duda, demostrar un manejo oficial competente en un campo más propio de la iniciativa privada. Tuvo que reconocer su fracaso. La nueva Enatex partió sin mercados claros y seguros, pero además surgen dudas razonables sobre la administración como empresa estatal. Se conoce las explicaciones de la ex ministra del rubro Teresa Morales, quien, por ejemplo, omite la supuesta intervención de un hermano suyo en Enatex. Voces de los trabajadores cesantes se refirieron a lo que consideran una mala administración.
Se hace imperiosa una investigación como la opinión pública reclama, pero en la actual situación prevalecen fundados motivos para no esperar una investigación seria, responsable y capaz de llegar a conclusiones. Basta ver que otros casos que involucran a personeros y funcionarios del Estado son rechazados o permanecen adormecidos en el Ministerio Público, y tampoco puede esperarse algo concreto de la Contraloría del Estado.
Acerca del movimiento de la COB asociado al tema Enatex, se dejó ver que buscaba hacer sentir el peso del que antes disfrutó, amenazando al Gobierno con retomar su independencia. Está visto que no lo logró por causa del escaso apoyo a nivel nacional. Lo único obtenido fue el daño al desenvolvimiento de las actividades cotidianas de la población en La Paz y Cochabamba, aunque la primera, como siempre, quedó más perjudicada por los 6 días en total de marchas y bloqueos.
Por su parte, el Gobierno minimizó el movimiento y, volviendo a tiempos “neoliberales”, reprimió con dureza a los fragmentos de la COB. No obstante este choque de sables, sabe que la dirigencia de la COB se mantendrá fiel a lo pactado, aguardando tranquilo la oportunidad de retribuir a los dirigentes cobistas como lo hizo con el actual senador Pedro Montes.
La central de trabajadores pretendió granjearse la adhesión del sector fabril bajo el pretexto de que el DS 2.765 autorizaba el despido de los trabajadores por las empresas deficitarias. Este supuesto universo no sirvió a sus fines.
Al presente y como final de la disputa, el Ejecutivo dictó dos DDSS por los cuales absorbe a 180 ex obreros de Enatex en el nuevo emprendimiento de asesoramiento fabril que tiene previsto, pero son 250 los que exigen ser recontratados. Este grupo ratifica que seguirá en su empeño mediante todos los recursos de presión que pueda. Es, pues, bien poco lo que la COB pudo alcanzar. Un piquete de la ex Enatex se encuentra en huelga de hambre, aunque esta medida ya no conmueve a nadie. La moraleja es que a toda industria o similar que se encuentre en quiebra o cosa parecida, le queda nada más que cerrar puertas, sea privada, sea pública o estatal.
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