Exportación de basura

A veces, las exportaciones no tienen nada que ver con la vocación de los países. En este momento, Bolivia está exportando 17 toneladas de residuos electrónicos. No tenemos ni la más remota idea de cómo son hechos esos equipos, pero podemos exportar sus residuos a Estados Unidos, donde los fabrican.

Esta operación, hecha por una empresa especializada en reciclaje, supera la hazaña de los cooperativistas mineros que estuvieron exportando “desperdicios de oro” a Estados Unidos sin admitir que el oro venía del Perú y que pudiera haber sido canjeado por droga en el trayecto.

En ese caso, la operación fue mejor hecha que la exportación de GLP de la planta separadora de Yacuiba a Argentina que, además del gas licuado de petróleo le ponía un valor agregado en forma de cocaína. Era como añadir al gas la marca de origen. Un detalle de marketing.

La empresa que hizo la exportación de residuos electrónicos anuncia que lo hará cada seis meses, a partir de ahora. La operación se hizo en silencio, sin discursos sobre este otro proceso de cambio: te doy basura y tú me das dólares a cambio.

Este negocio tiene algunas condiciones claras. Los equipos tienen que haber sido usados, haber terminado su ciclo de vida, y, entonces, lo que queda de ellos es lo que se vende. Porque si son nuevos o seminuevos sería un problema en el momento de fijar los precios.

Si un país tuviera, por ejemplo, algunas plantas fundidoras o separadoras, o ingenios mineros, sin estrenar, el caso tendría que ser analizado con mucho cuidado. No se puede poner cosas nuevas y cosas usadas en el mismo canasto.

El ingenio de Huanuni, por ejemplo, que costó 55 millones de dólares pero que no fue usado, ni lo será, por falta de agua para que pueda operar, no puede ser incluido entre los residuos de exportación. Es que ni siquiera ha sido desembalado.

Sobre las plantas separadoras de Yacuiba y Río Grande se podría discutir porque han sido estrenadas. Alguien preguntó por qué había que quitarle los líquidos, que iban por un ducto y eran pagados puntualmente, para ponerlos sobre un inseguro camión, y entonces estalló el desánimo.

De Karachipampa, ni hablar: es un equipo muy antiguo, aunque esté flamante.

La lista es muy larga pero lo bueno es que ya sabemos que los residuos pueden ser exportados.

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