Agrónomos destituidos en Desarrollo Rural

Hace alrededor de 20 años, la agricultura del país ha sido objeto de una política destinada a su aniquilación por vía del libre comercio externo y un enérgico antiproteccionismo interno que han terminado por convertir a nuestro país en un centro de consumo de productos agrícolas extranjeros en proporciones crecientes.

Esa política aplicada por gobiernos desde fines del siglo pasado y lo avanzado del presente, ha originado que la agricultura (en especial de la zona altiplánica y valles) entre en decadencia e inclusive hasta su total extinción. Al mismo tiempo, se originó una serie de factores que, en reacción en cadena, han determinado que el pueblo boliviano se convierta en casi exclusivo consumidor de productos agrícolas extranjeros y deje de consumir alimentos indígenas. No solo eso. La agricultura en general ha sido abandonada, miles de hectáreas han quedado sin cultivar (o son cultivadas con coca), los campos han sido abandonados y, entre otros, se desconoce los valores técnicos, al extremo de que dos centenas de profesionales agrónomos fueron recién echados a la calle por el Ministro de Desarrollo Rural.

El panorama agrario de Bolivia es aún más alarmante porque para evitar el hambre del pueblo, el Gobierno se ve obligado a hacer millonarias importaciones de alimentos, con el agravante de que los productos extranjeros hacen competencia a los nacionales y están arruinando a los agricultores, en especial a los llamados indígenas. Como producto de esa situación, los hombres de la gleba migran a las ciudades, lo cual ha originado que la población rural del país que hace 50 años era del 70 por ciento, ahora se ha reducido al 30 por ciento.

Esos y otros muchos problemas ha provocado la inexistencia de políticas agropecuarias y la causa de ese grave estado de cosas es que, además de la muerte de las tierras cultivables, las regiones productoras de algunos alimentos han sido invadidas por plagas de insectos que destruyen lo poco que todavía se puede cultivar. Así, en forma general, el futuro agrario del país es de extrema gravedad y sigue el camino de lo ocurrido en Venezuela.

Sin embargo, al parecer las actuales autoridades relacionadas con la agricultura nacional estarían reaccionando frente a ese angustioso estado de cosas y han puesto en aplicación algunas medidas (muy tímidas, por cierto), de tipo proteccionista, como subir los aranceles a la importación de algunos alimentos y favorecer el consumo de alimentos de origen nacional. Una reciente medida adicional anunciada por el Ministerio de Desarrollo Rural ha sido controlar las fronteras para evitar el ingreso al país de plagas devastadoras, en particular para la producción de cítricos, noticia que, empero, ha sido recibida con poco optimismo por los agricultores, en vista de la ineficiencia y la poca sinceridad de las autoridades en atender el medio rural ocupado por la población indígena.

En todo caso, sería de esperar que las medidas ya dictadas se conviertan de meras palabras en hechos, de tal forma que no tengamos que enfrentar la agravación del estado en que se encuentra nuestra agricultura y, al respecto, es necesario poner en tapete las denuncias que hicieron numerosos ingenieros agrónomos destituidos en fecha reciente del Ministerio de Desarrollo Rural por el ministro Cocarico.