I
Los últimos diez días del mes de octubre, que parece ser un mes donde se dan acontecimientos especiales, han estado cargados de noticias de carácter político de distinta naturaleza y alcance, sin que todavía se tenga un panorama donde se configuren resultados definitivos, ya que en el campo social toda acción provoca reacciones previstas o imprevisibles que, generalmente, toman su tiempo de maduración, hasta encontrar su mejor oportunidad, especialmente cuando hay posiciones encontradas donde cada actor tiene sus propios puntos de vista o interés particular.
Se trata de un proceso dialéctico que es el arte de persuadir, debatir, y razonar ideas diferentes. La contraposición de una idea, entendida como tesis, con respecto a otro punto de vista conocido como antítesis para finalmente llegar a una síntesis como una nueva resolución del tema. Lo que no está claro en el caso del conflicto con las cooperativas mineras que lejos de verse una luz al final del túnel, con las últimas acciones llevadas a cabo por el gobierno, darían a entender que todavía hay un amplio margen de controversia especialmente en el plano económico, que es el más sensible y delicado, donde alrededor de 120 mil actores pueden perder todos los privilegios que obtuvieron con una alianza que parecía ser muy fuerte con el gobierno.
Hay que recordar que en la crisis minera de la famosa llamada “relocalización”, en el contexto del Capitalismo de Estado, alrededor de la Comibol (empresa minera del Estado), se tuvo la presencia de 40 mil mineros, que al ser despedidos con el fin de evitar un colapso económico mayor se tuvo que endeudar al país con el exterior (Banco Mundial) para pagar una extraordinaria indemnización a fin de aminorar el efecto social y evitar el enfrentamiento con la fuerza sindical, que en ese entonces era tan poderosa como lo es ahora este conglomerado de personas que están aglutinados en torno a las llamadas cooperativas mineras, cuyo destino incierto podría terminar en cualquier cosa o en un conflicto social peligroso, dada su actual capacidad de organización, como lo han demostrado.
En el caso de Venezuela, está claro que el proceso de la revolución bolivariana promovida por el comandante Chávez y ahora mal conducida por el Presidente Maduro, con una hiperinflación prevista de 700%, con una economía empresarial quebrada y toda la sociedad protestando en la calle, está a punto de fallecer o es poco es lo que le queda por hacer, salvo que se busque el absurdo camino de la inmolación, que solo dará lugar a mayor a un mayor luto y resquebrajamiento de la sociedad venezolana que quiere resolver los problemas por la vía pacífica, haciendo uso de instrumentos democráticos.
Realmente el despilfarro y la creencia de un futuro infinito de abundancia económica, junto a una gestión pública absolutamente irracional han dado lugar a esta insostenible situación, donde empecinamiento de los culpables no parecen darse cuenta que su tiempo ha terminado, debiendo dar una paso al costado a fin de evitar mayores males nacionales y colectivos.
El otro foco de atención, sin duda es el Brasil cuya economía también está en serias dificultades, aunque de ninguna manera destruida como sería el caso anterior. En efecto, durante el mandato de Dilma Rousseff el PIB se contrajo un 3,8% el año pasado y la perspectiva para este año es de una caída del 3,2%; la inflación superó el 10%; el desempleo trepó al 11% y ya afecta a más de 11 millones de brasileños, y el déficit para este año está previsto en 170 mil millones de reales.
Desdibujando un panorama que se presentaba como alentador especialmente en favor de los más pobres, que fue la bandera en la que se envolvió el populista Luiz Inácio Lula da Silva, dando lugar a un liderazgo considerado espectacular en el mundo, como ha ocurrido con la mayor parte de los caudillos del ALBA, gracias a los excedentes obtenidos por los altos precios internacionales y no a las bondades que pudieran ser atribuidas a su gestión. Fue algo así como sacarse la lotería y no el producto de un logro obtenido en base al esfuerzo productivo y social.
El caso que comentamos indudablemente tiene mucha importancia para Bolivia ya que el Brasil es nuestro principal comprador del recurso natural que por el momento sigue siendo importante, pero que en el largo plazo está condenado a desaparecer en el escenario económico por sus efectos negativos en el medio ambiente y el calentamiento global. Sin descartar cualquier sorpresa incluso en el mediano plazo, ante la inminencia de los cambios tecnológicos que se están produciendo actualmente en la búsqueda de otras fuentes de energía no solo contaminantes sino económicamente renovables a la vez.
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