Si por algún azar del destino S.E. se dirigiera a mí con el término de “hermano”, me inquietaría en serio. S. E. llama de hermanos y hermanas a todo el mundo, desde las “bartolinas”, pasando por los cocaleros, mineros, y hasta a los jefes de Estado extranjeros. La verdad es que confío un poco más en el término “compañero”, que tampoco me gusta. Pero llamar de “hermano” a alguien por quien no se siente ni el menor afecto y ni siquiera se sabe quién es, resulta tortuoso.
Un hermano es alguien a quien se ama, en quien se confía, por quien corre la misma sangre. Etimológicamente, por lo menos en el diccionario de la RAE, no se define la palabra “hermano” como compinche, cómplice o cofrade, que es el sentido que se le da en Bolivia. Y por supuesto que el compinche, cómplice o cofrade, en cualquier momento deja de ser hermano y se lo puede vejar, golpear y hasta matar. En el medio que habita S.E. los hermanos son como Caín y Abel, ni más ni menos.
Mientras S.E. se refería a los “hermanos” mineros cooperativistas llamándolos al orden, aparecían las primeras noticias de algunos muertos a bala en sus filas. Y mientras la dirigencia minera pedía dialogar con el “hermano” Presidente, estaban al mismo tiempo torturando y asesinando salvajemente al viceministro de Régimen Interior, Rodolfo Illanes. ¿Quién puede entender esa hermandad?
El Gobierno les dio todo a los cooperativistas a cambio de sus votos. Dicen que ese gremio está en torno a los 100 mil afiliados. Les cedió una gran cantidad de yacimientos mineros cuando los minerales valían mucho. Hasta emitió un fatal y criminal decreto autorizándolos a utilizar dinamita en sus manifestaciones como un respeto a sus tradiciones culturales. Todo un salvajismo. Y los cooperativistas pidieron más minas, más granjerías, más favores, a tiempo que negociaban los yacimientos con empresas privadas burlándose de las arengas estatizantes de S.E.
El triste final ya lo conocemos todos. Tarde el Gobierno ha abrogado el estúpido decreto de la dinamita. Ahora afirman que los “hermanos” no son los culpables del asesinato de Illanes y que la culpa la tiene una conspiración de la derecha coludida con la Embajada. Lo cierto es que los cooperativistas le jugaron una trastada tremenda al Gobierno. Y según las explicaciones que hizo por la Tv el ministro Romero, los mineros hasta derrotaron tácticamente a las fuerzas del orden en los cerros y la carretera, utilizando la dinamita que se suponía era para amedrentar en las ciudades.
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