Notables progresos del capitalismo en Bolivia

El notable desarrollo del sistema capitalista en Bolivia es cada vez más visible y si bien es objeto de indiferencia y rechazo por algunos personajes, debe ser objeto, en cambio, de profundo interés de sectores políticos nacionales. Esa realidad adquiere características dignas de consideración.

En mi libro “Práctica y teoría de la Asamblea Constituyente” (Producciones CIMA. 2004. 2da. edición), publicado antes de que se realizara la Asamblea Constituyente de 2006, y cuando ya se planteaba la necesidad de una reunión de esa naturaleza para superar la crisis originada por la restauración de fuerzas coloniales y feudales y ante las diversas opiniones sobre cómo debía ser una convocatoria a una Asamblea Constituyente, señalé que ese concilio, antes de ser un encuentro de parlanchines, debía ser una Asamblea que refleje la verdadera realidad nacional y no caiga en ilusiones y utopías exóticas.

En ese texto destaqué que las tareas de una Constituyente “deberán ser clara y exclusivamente democráticas, al margen de cualquier absurdo utópico y anárquico”…, que es “imprescindible poner absolutamente en claro el contenido económico y político del actual proceso histórico que vive el país, para evitar tergiversaciones y malentendidos de una oposición ciega y desorientada”… y que “el actual proceso histórico boliviano, en su contenido y sus objetivos es enteramente nacional y democrático”.

Es más, agregaba que “Ese y no otro es el contenido del movimiento social boliviano y nadie ni nada podrá detenerlo, desviarlo o llevarlo hacia otros objetivos. Y si este proceso no se puede cumplir ahora o es detenido por alguna acción de fuerzas extrañas, inevitable e inexorablemente volverá a nacer con las mismas características, aunque más agudas que antes…”, “…el actual proceso político nada tiene en absoluto de socialista, antisistema, antiliberal y otras lindezas. ¡Todo lo contrario!”. Es más, se destacaba que ese nuevo sistema será de más beneficio para los obreros que para los patronos.

Efectivamente, en los últimos diez años, pese a los esfuerzos en contra, el sistema capitalista se está desarrollando de manera extraordinaria, como revelan los hechos de forma fehaciente. En efecto, además de los aspectos señalados en forma genérica, se comprueba hechos concretos destacables como la conversión del dinero en capital; la sustitución del plusproducto feudal por el plusvalor capitalista; la transición del mercantilismo al sistema capitalista, la aparición del capitalismo financiero y de una clase social millonaria, el crecimiento del individualismo y otros.

Un aspecto notable de ese capitalismo consiste en la concentración de capitales en pocas manos y así, mientras unos se enriquecen, otros se empobrecen, algo natural por el carácter inevitable de toda sociedad capitalista, porque en su composición se encuentran obreros, pequeños capitalistas, artesanos, gremiales, contrabandistas, campesinos, etc. Entonces nacen sin cesar pequeños productores y algunos de éstos son arrojados a las filas de los desocupados. Eso precisamente ocurre en Bolivia desde mediados del siglo pasado y más aún desde principios del presente, con mayor intensidad y velocidad, lo cual se comprueba con dos ejemplos inmediatos.

El primero es el de los transportistas. Éstos formaban una masa de pequeños empresarios, pero mientras ahora unos se han enriquecido hasta formar el “transporte pesado”, otros se han empobrecido para engrosar las filas de los trabajadores sin vehículo. A la vez, algunos transportistas han organizado empresas y éstas absorben a otras menores, para formar grandes empresas (llamadas sindicatos), controladas por transportistas ricos. Por otro lado, los pequeños propietarios se convierten en obreros de empresas e inclusive obligados a perder su vehículo y, por tanto, proletarizarse. Ese es un ejemplo que se ve en todas las ciudades grandes del país. Tiene carácter masivo y un ritmo cada vez más intenso y rápido, sobrepasando amenazas anticapitalistas.

Otro caso. El de los cooperativistas mineros. Algunos cientos de ellos de actividad individual se organizaron y formaron verdaderas empresas capitalistas y mientras unos se enriquecían, otros se empobrecían. Es más, se fueron formando grandes empresas, dejando de ser cooperativas que funcionaban con características capitalistas, con el detalle de formar parte del gobierno y recibir ayudas de todo tipo. Vale decir, se hizo todo lo posible para que se conviertan en empresas capitalistas y, en esa forma, desarrollar ese sistema.

Tan notable fue el crecimiento de este cooperativismo que se convirtió en una poderosa fuerza política empresarial y al ver que se recortaba sus derechos y se les impedía alcanzar nuevos objetivos, naturalmente se rebelaron y chocaron contra una política obsoleta que les impide desarrollar y alcanzar sus objetivos históricos naturales. Pero, en todo caso, el asunto se reveló como otra forma del crecimiento del capitalismo en Bolivia, esta vez bajo el amparo del gobierno “socialista” proclamado por el presidente Evo Morales, como se verá.