Como nos informa el Acuerdo Colaboración Ceprid-Aldea Alternatiba, “El cambio climático es uno de los principales problemas ambientales globales con serias implicaciones previsibles para la humanidad. La mayoría de los países del continente africano se encuentra afectada por la desertificación, la inseguridad alimentaria y el déficit de agua potable”.
El continente africano cuenta con características geográficas y ambientales muy particulares que lo hacen un tanto más vulnerable ante esta crisis. Algunos datos de importancia: el 31% de las tierras de pastoreo y el 19% de los bosques y zonas forestales están clasificados como degradados, por lo que en el continente las tierras áridas cubren un 60% de su superficie. El 10% de los suelos productivos está dedicado a la agricultura de subsistencia y más del 25% tiene un potencial bajo para la agricultura sostenible. Cerca de 4 millones de hectáreas de zonas forestales se están perdiendo cada año; y las tierras propensas a la desertificación ocupan alrededor del 5% del continente, donde viven alrededor de 22 millones de personas.
La escasez de agua afecta a 300 millones de personas y cerca del 75% de la población africana usa aguas subterráneas como su principal fuente de agua potable. No obstante, la cantidad de agua renovable para todo el continente solo asciende a 3.930 km3; (recordemos que Bolivia dispone aproximadamente 50.000 m3/ hab/año) y para el 2050 se espera que las áreas con escasez de agua aumenten en un 29%. En cuanto a la población, África contaba en el 2007 con más de 965 millones de personas, con un ritmo de crecimiento poblacional de casi un 3%, y la mayor tasa de crecimiento urbano a nivel global. El 2.7% de la población africana vive en la zona costera y el 56.6% de la fuerza de trabajo africana está destinada a la agricultura (Fuente: Unep: África: Atlas of Our Changing Environment, en: www.na.unep.net/AfricaAtlas, 09-01-09.)
Debido a estas características y a la crisis imperante, los sectores más afectados de la economía son: la agricultura, el comercio internacional y las finanzas. Históricamente la tierra cultivable en África ha sido ínfima y ha sufrido un proceso de degradación y desertificación muy acelerado, el cual continúa avanzando. A esto hay que sumar el hecho de que la cultura agrícola del continente basa la producción a través de los medios tradicionales, aspecto que afecta la capacidad de adaptación de las poblaciones a la inestabilidad de los ciclos de cosecha y, por tanto, la estabilidad en la apropiación de alimentos.
Los efectos del cambio climático, en particular el calentamiento global debido a la concentración de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la atmósfera, unido a las características de África, hacen particularmente vulnerable a este continente ante el fenómeno. La posible elevación del nivel del mar, constituye un impacto negativo en las áreas costeras densamente pobladas. Esto, unido a la elevación de la temperatura y al aumento de las lluvias en regiones como el este africano están provocando la proliferación de insectos y demás vectores que generan y transmiten enfermedades como la malaria y el cólera.
Hay una creciente incapacidad de poblaciones para acceder a las fuentes de agua potable, debido a la disminución del caudal de ríos y lagos.
Otro de los tantos factores de crisis ambiental visto en África es la tala intensiva legal, y muchas veces ilegal, de bosques tropicales o las acciones encaminadas a despejar nuevas tierras para el desarrollo agrícola, acciones derivadas de las apremiantes necesidades económicas y de energía. (Fuente: Cano. A.: Cambio climático en Egipto y Sudán: una realidad evidente, CEAMOnitor, Vol.6, No. 1, enero de 2009.)
Toda una lección que tiene similitudes muy grandes con lo que pasa en nuestro continente.
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