María Vigo Rocca
Cada día, al finalizar el día, muchos padres y madres de familia en el mundo llegan a casa preguntando si sus hijos hicieron la tarea. Pequeños, medianos y más grandes no se salvan -en muchos países- de realizar a diario hojas y hojas de tareas domiciliarias. Carillas llenas de cuentas, sumas, divisiones, multiplicaciones, ejemplos para repetir palabras, crear oraciones, completar frases con verbos en sus idiomas maternos y en otros , manualidades con figuras geométricas, colorear dibujos, hacer redacciones y un sinfín de actividades que -con mucha creatividad- los maestros y docentes de todo el mundo despliegan sus clases a tareas domiciliarias.
Los defensores de las tareas domiciliarias argumentan que éstas son útiles para reforzar los conceptos vertidos en el aula, que ayuda a que los padres se sienten un momento con sus hijos a compartir conocimientos y dudas, que se repase lo dado en clases y ayuda a fijar conocimientos, y un sinfín de halagos. Existen los otros, los que dicen que las tareas en casa no tienen sentido, que ningún niño va a saber más o menos haciéndolas en el seno del hogar, que lo que no aprendió en la escuela no lo aprenderá fuera de ella y así.
Desde hace unos meses, la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de sus representantes en la Organización de las Naciones Unidas, están considerando las peticiones necesarias para eliminar por completo las tareas escolares de todos los sistemas educativos registrados.
Sin embargo, no hay aún una opinión única al respecto, ni experimentos que indiquen una salida a esta disyuntiva.
Quienes creen que las tareas no son importantes ni necesarias para el niño afirman que éstas les quitan tiempo para desarrollar otras actividades, que son igual de importantes para su crecimiento, como el juego con otros niños, la lectura por placer y las charlas con su familia.
Otra razón por la que los detractores de las tareas creen que deben desaparecer inmediatamente de todos los sistemas educativos es porque contribuyen a que los alumnos se hagan haraganes y dependientes. En muchas ocasiones, los padres nos encontramos recortando mamíferos de una revista para pegar en el cuaderno, forrando cajas y señalando las figuras geométricas o sumando números con granos de lentejas. En otras, los padres ayudamos en demasía a elaborar las tareas de nuestros niños. Muchas veces el niño ve la tarea diaria domiciliaria como un castigo por parte de sus padres.
Quién no ha escuchado la frase “si no haces la tarea no saldrás a jugar con tus amigos” o “primero la tarea y después la diversión” y así.
El College de Saint-Ambroise, una escuela primaria en Quebec, Canadá, prohibió en 2014 las tareas para los niños de primero a sexto grado durante un año.
En 2012, el presidente Françoise Hollande, de Francia, propuso prohibir las tareas para todos los estudiantes de escuelas primarias y secundarias, lo cual fue categóricamente ridiculizado por el Wall Street Journal.
En 2012, una escuela de Alemania decidió eliminar las tareas para los estudiantes de quinto a noveno grado.
Finlandia, catalogado como el país número uno en términos de su educación, asigna pocas tareas y sus estudiantes tienen algunas de las mejores puntuaciones en los exámenes a nivel mundial.
El Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles -el segundo sistema escolar más grande de Estados Unidos- eligió un camino diferente: en 2011 estableció una política respecto a que las tareas no podían representar más del 10% de la nota de un estudiante. La decisión causó tal indignación, por lo que se formó un panel de 15 miembros y éste decidió que las tareas representaran el 20% de la nota de un estudiante.
Ya en la década de 1920, algunos médicos se preocuparon por el impacto que las tareas tienen en la salud de los niños. Argumentaban que los niños necesitan entre seis a siete horas al día de aire libre y sol.
Mientras que distintos eruditos e investigadores siguen debatiendo el valor o no de las tareas, los padres continúan llegando a casa y encontrándose con varias páginas, manualidades, ejemplos y cosas por hacer con sus hijos para acompañarles en la ardua tarea de realizar la tarea. ¿Usted qué opina?
María Vigo Rocca reside en Santa Cruz, es Licenciada en Comunicaciones.
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