El gigante de América, Brasil, con un población de 150 millones de habitantes, tiene una grande influencia en los países de Sudamérica, entre ellos Bolivia, por sus relaciones políticas, económicas y comerciales, por sus inversiones de capital, con la posibilidad de grandes proyectos que tienen importancia para el desarrollo de la región. Cuando hacía cursos de espacialidad en el Hospital Santa Casa misericordia en Sao Paulo, tuve la oportunidad de conocer al líder de los trabajadores brasileños, Luiz Inácio Lula da Silva, que tenía su cuartel general político en Sao Paulo, en Praza Bandeiras. Lula constituía el Partido de los Trabajadores, siendo un obrero fontanero simple y sencillo, pero con gran formación política socialista, que lo hacía líder indiscutible de la clase trabajadora.
Y finalmente ingresó al campo político, terciando en elecciones constantemente, hasta que finalmente llegó al poder mediante votación, causando sorpresa, porque por primera vez la clase trabajadora llegaba al poder democráticamente. Así empezó un nuevo ciclo en la historia brasileña y continuó con Dilma Rousseff, aunque posteriormente aparecieron acusaciones por corrupción, en relación con la empresa petrolera Petrobras, lo que originó un proceso de juzgamiento y la caída de ese gobierno socialista. Al final se procedió a la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, lo que afectó en gran manera los cimientos de la Jefatura del Partido de los Trabajadores, entre ellos de Lula da Silva y Dilma Rousseff, los que fueron sometidos a procesos parlamentarios, lo que desacreditó su accionar y desmoralizó a los partidarios de Lula y el PT.
Por estas circunstancias, las relaciones de Bolivia con Brasil se distanciaron, perjudicando proyectos de integración binacional, entre ellos el Tren Bioceánico, la carretera que permite la conexión entre el Puerto de Santos y el Puerto de Ilo o Matarani, así no dependeríamos de los puertos chilenos. Pero con el impase político y diplomático, se echa por la borda este gran proyecto boliviano. El llamamiento del Gobierno boliviano a su embajador en Brasil causa un clima de enfrentamiento indirecto, que perjudica en gran manera las relaciones boliviano brasileñas.
La posición actual del Gobierno boliviano, aliado de países socialistas como Venezuela y Ecuador, perjudicará en gran manera las relaciones comerciales y el país estará perdiendo opciones de progreso y desarrollo. Si tenemos relaciones con todos los países, no era necesario ostentosamente retirar al embajador boliviano en Brasil, porque ahondamos la brecha con este país y salimos perjudicados. Es una realidad que los países socialistas están en retirada en América y Bolivia entre ellos empieza a sentir aislamiento internacional, porque tenemos al frente a Estados Unidos, con un poder económico y político muy grande. Esta diferencia la podemos ver en la lucha antidroga sin la DEA, ya que los bolivianos hacen lo que pueden, porque les faltan medios. Y la opinión nacional está preocupada porque mediante decreto se aumenta los cultivos de coca de 12.000 hectáreas a 20.000, lo que alarma a los grupos antidroga internacionales.
Por los demás, preocupan al gobierno los cambios políticos que se realizan en el Brasil y que perjudicarán al país y sus relaciones internacionales.
El autor es Profesor Emérito y ex autoridad universitaria de la UMSA.
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