Un interesante artículo difundido recientemente en la BBC Future, por David Robson, nos pone al tanto sobre una moderna enfermedad como es el agotamiento emocional. Aunque falta mucho por decir al respecto, se hace necesario puntualizar que el mismo ocasiona que estemos permanentemente exhaustos, enfatizan, y que en todo caso es ¿el costo de la vida moderna? El autor destaca al respecto que hace algunos años, Anna Katharina Schaffner se convirtió en víctima de una “epidemia” de agotamiento. Comenzó con una especie de inercia física y mental y, según sus propias palabras, un “sentido de pesadez” en todo lo que hacía. Incluso las tareas más mundanas absorbían su energía y cada vez le resultaba más difícil concentrarse en el trabajo.
Continúa explicando que “cuando trataba de relajarse, se encontraba revisando obsesivamente su correo electrónico. Al cansancio se sumó la apatía: Estaba desencantada, desilusionada y desesperanzada”, confiesa.
Esas sensaciones les resultarán familiares a muchas otras personas -incluidos famosos como el papa Benedicto XVI, hasta Mariah Carey- que fueron diagnosticadas con agotamiento emocional. Si tenemos en cuenta lo que dicen los medios de comunicación, es una enfermedad puramente moderna; casi todas las veces que Schaffner encendía la televisión, había un debate al respecto. Schaffner, quien es crítica literaria e historiadora en la Universidad de Kent, Reino Unido, decidió investigarlo.
Por cierto que, por razones de espacio solo extractamos lo más importante a nuestro juicio sobre el tema que abordamos, destacando que Robson, escribe: “la rabia en el agotamiento no se suele volver contra uno mismo, sino más bien contra la empresa o los clientes para quienes uno trabaja, o el sistema socio-político o económico”. Nosotros nos anticipamos en señalar que casi todos, evidente, en algún momento se sienten agobiados, agotados emocionalmente, de solo advertir los enconos del campo político, los problemas económicos, las mezquindades, la galopante inseguridad a la que está expuesta la mujer aunque con bombos y platillos se había dicho que nunca más habría un feminicidio, la carencia de coordinación entre autoridades de uno y otro bando, etc. etc. ¿Así, cómo no se va a agotar nadie?
Anna Katharina Schaffner, investigadora, tiene como resultado su nuevo libro: “Agotamiento emocional: una historia”, un fascinante estudio sobre las formas en que doctores y filósofos comprendieron los límites de la mente humana, el cuerpo y la energía. El agotamiento emocional es una preocupación hoy, con cifras especialmente sorprendentes en algunos sectores con gran desgaste físico y emocional, como la sanidad. “Los expertos suelen coincidir en que la depresión conlleva una pérdida de autoconfianza e incluso auto desprecio, y ése no es el caso del agotamiento emocional, donde la imagen sobre uno mismo suele permanecer intacta”, dice Schaffner. Además, para muchos la presión no termina con el trabajo, las ciudades (y los dispositivos tecnológicos) siempre están activas, lo cual hace difícil tomarse un descanso. Sin poder recargar nuestras mentes y cuerpos, nuestras baterías siempre están en las últimas.
Muchas personas a lo largo de la historia se sintieron tan cansadas como nosotros ahora, lo cual sugiere que tal vez la fatiga y el cansancio sea parte de la condición humana. Sabemos que la angustia emocional puede aumentar la inflamación y exacerbar el dolor, por ejemplo. Y en algunos casos puede incluso provocar convulsiones y ceguera. Explica: “súmale las redes sociales... se manifiesta, principalmente, en la ansiedad por el bajo rendimiento y en la sensación de no ser lo suficientemente buenos o de no cumplir las expectativas”. Las redes sociales y los correos electrónicos pueden agotar nuestras reservas. “En muchos sentidos, las tecnologías que estaban enfocadas a ahorrar energía se han convertido en factores de estrés por sí mismos”.
Si la historia nos enseñó algo, es que no hay una cura fácil para este mal. Algunas personas pueden requerir la estimulación de deportes extremos, mientras que otras prefieren leer un libro. “Investigar y escribir sobre el agotamiento fue, paradójicamente, muy revitalizante”, concluye Schaffner.
De modo que, a cuidarse del agotamiento emocional, la enfermedad moderna, aunque gracias a todo lo que nos hallamos expuestos hoy claro que será difícil un control preciso y meticuloso, pero, en cualquier caso haga la prueba, por no decir “hágase el tonto y viva feliz”, como suelen expresar en términos populares.
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