Hugo Vargas Escóbar
Al acercarse la primavera, los pocos vecinos que todavía viven en Sorata añoran tiempos idos. El 14 de septiembre que se avecina, fiesta patronal de Sorata, dará lugar a la afluencia de turistas que llevan a su retorno el recuerdo de su estadía, de los festejos que se llevan a cabo con actuaciones religiosas, culturales, artísticas del pueblo y sobre todo deportivas.
En esta fecha tradicional, retornan pocos ya, sus hijos la han abandonado, mas son los turistas que quieren conocer esta ciudad maravillosa, su nevado colosal, sus montañas y ríos, su gruta de San Pedro, sus dos plazas y sus estrechas calles coloniales, que en esta fecha sobre todo están abarrotadas de motorizados, motivo por el que urgente la construcción de una Terminal de buses y taxis en Ladrilluni, lugar ya elegido y aplanado.
Su construcción se puede financiar con el dinero de la venta del ex hotel Prefectural, depositado en el Banco Central con intereses y que duerme el sueño de los justos. Nos dicen que no se puede mover ese dinero por estar destinado a la construcción de una Universidad Agraria, pero pasan los días, meses y años y quién sabe cuándo se construirá, sin que alguna autoridad hasta hoy reclame. Las autoridades de Sorata y la Sra. Alcaldesa hacen lo que pueden para mejorar las calles, pero eso no es todo, es necesaria la pavimentación de la entrada y salida del pueblo, desde el lugar del ex Hotel Prefectural, obra que el anterior gobernador César Cocarico había ofrecido y no ha cumplido. Ese camino se ha convertido hoy en un sitio con muchas construcciones nuevas, por lo que se debe pavimentar hasta la salida de la calle Las Herrerías.
En Sorata todo se torna difícil, hasta los reclamos por el progreso del pueblo, que uno hace pero no le escuchan, por eso me permito expresarme mediante este prestigioso periódico.
La celebración del 14 de septiembre se la hacía con esplendor en tiempos en que estaban presentes instituciones culturales como La Gran Bohemia y cinco clubes deportivos, además vivían en Sorata personajes célebres, aunque no eran sorateños, como Oscar Unzaga de la Vega, jefe de Falange Socialista Boliviana, que nos dejó como recuerdo una bebida llamada La Falangina, hecha con el papayo que se cultiva en Sorata; José Fellman Velarde, del MNR, políticos como el “Poroto” Crespo, artistas teatrales como Carlos Cervantes Monrroy y cantores como Gastón Peñaloza Vila junto a nuestra Nelly Sánchez y las hermanas Arteaga, que nos alegraban con sus canciones; Belisario Picolomini compuso el himno a Larecaja.
Sorata ha dado intelectuales, personajes célebres que en este artículo no mencionamos porque demandaría mucho espacio nombrarlos. Eso fue ayer, hoy Sorata es un pueblo abandonado por sus hijos, pese al progreso que se experimenta, pero no hay ni con quién hablar.
El presidente Evo Morales en ocasión de uno de sus viajes electorales ha prometido mejorar la cancha deportiva y ha cumplido medianamente, falta la construcción de las graderías en ambos costados. Es necesario recordarle que son tantas las necesidades que tiene Sorata, como la conclusión del Teatro Municipal y las obras del Cementerio, que ya estaban presupuestadas. Pero eso no es todo, los sorateños hemos abandonado el lugar. Sorata es un pueblo que, al igual que todas las provincias del departamento de La Paz, fue dejado en el olvido gracias al cambio instituido por el actual Gobierno.
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